Alrededor de 15.000 personas han pasado este fin de semana por el pequeño pueblo cacereño de Pescueza con motivo de la celebración del Festivalino, según afirmó ayer su alcalde, Vicente Granado. Este original macroevento, que mezcla música y medioambiente, ha conseguido consolidarse en apenas cuatro ediciones. Este año han asistido miles de extremeños, pero también cientos de ciudadanos llegados de distintos lugares de España como Madrid, Andalucía, Valladolid, Zamora y el País Vasco. Además, esta cuarta edición el festival ha tomado un carácter internacional con la presencia de un grupo de ciudadanos franceses.

En 48 horas, este tranquilo pueblo cacereño de apenas 150 habitantes y enclavado en el Valle del Alagón, ha sido capaz de movilizar a mayores y pequeños y de transformarse en el mayor escenario del divertimiento envuelto en un entorno natural envidiable y que año tras año se cubre más de verde con la plantación de nuevos árboles y que ya dan forma al logotipo de Los 40 Principales. En concreto, para esta edición, 1.500 encinas y alcornoques se han plantado en el bosque de Pescueza, sobre un terreno que se encuentra a las afueras del pueblo, y en el que cualquier ciudadano amante de la naturaleza ha podido con sus manos aportar su granito de arena sembrando un futuro más sano y que con total probabilidad dará una mayor calidad de vida a las nuevas generaciones.

"Aquí nadie se siente de fuera, el Festivalino abre sus brazos a todos", comentó el alcalde. De ahí quizás el gran éxito de que esta fiesta que no deja indiferente a nadie. "El secreto está en la participación, todo el que viene se le invita a participar y todo aquel que sabe hacer algo lo hace", apunta Vicente Granado, que recuerda que lo que hoy es todo un éxito asegurado, nació en 2007 tras unas jornadas sobre el desarrollo rural en el ámbito comunitario. "Las zonas rurales tienen numerosas potencialidades y pensamos que de lo que trataba era de ponerlas en marcha para darle vida a los pueblos, decidimos que había que poner a los pueblos en el mapa y para eso había que hacer ruido y lo hemos conseguido", añadió.

El Festivalino 2011, que durante tres días ha revolucionado a los habitantes del Valle del Alagón, ha sido más que una apuesta por lo natural, ha sido también un guiño a la cultura, a las tradiciones y a las anteriores generaciones que con sus manos trabajaron duro para lograr, sobre todo, un hábitat mejor. Por ello, también se dedicó un espacio a las actividades alternativas con exposiciones que han permitido a unos y a otros mostrar la esencia y lo auténtico de los pueblos, su gastronomía, sus costumbres y sus gentes para que perduren con los años. Tras el fin de fiesta de ayer, los organizadores ya trabajan en la edición del 2012 con el fin de seguir apostando por una zona rural que vió nacer y crecer a los hombres y mujeres de hoy que trabajan ya para que sus hijos tengan mañana un planeta mejor.