El parque natural de Monfragüe guarda tesoros que muy pocos conocen y que pasan desapercibidos para la mayoría de los visitantes. Entre esas joyas ocultas están pinturas rupestres que datan de los años 2.500 al 2.800 antes de Cristo, situadas en la cueva del castillo. En ellas, los primeros pobladores dejan constancia de su estilo de vida y dejan ver que se asentaron allí por la abundante caza, pesca y fruta.

Después vinieron los romanos y llamaron al lugar Monte Fragoso , haciendo alusión a la abundante vegetación. Más tarde, los árabes lo bautizaron como al Monfrag (El Abismo), en referencia a las escarpadas vertientes que posee, y dejaron su huella en el castillo, al igual que en la época de la reconquista.

Ninguno de ellos pudo imaginar los reconocimientos que ha obtenido el parque en la historia reciente, primero como parque natural en 1979 y el pasado año como Reserva de la Biosfera, el mayor premio que otorga la Unesco. Sin embargo, sí apreciaron ya hace miles de años la valía del entorno.

En medio de todos estos acontecimientos se encuentran los ecologistas, que en plena época de la transición política española se revelaron con las actuaciones que se estaban realizando en el enclave, sobre todo la plantación de eucaliptos en la zona.

Estos son algunos de los aspectos más desconocidos del parque que, sin embargo, forman parte de su más brillante historia.