Vaya por delante que sería un despropósito escandalizarse por el sueldo bruto anual de, por ejemplo, el presidente del Gobierno, se llame José Luis Rodríguez Zapatero o Mariano Rajoy. Son 91.982 euros brutos anuales. Es un trabajo ingrato. Pierdes la intimidad, te conviertes en blanco terrorista, probablemente duermes poco y, según el peso de la mochila política del día, mal, y desayunas cada mañana con un resumen de prensa en el que una de las dos Españas mediáticas menta a tu madre sin conocerla. Un consejero catalán, por terminar de redondear esta breve introducción excusatoria, gana 127.000 euros brutos al año. Es más que el propio presidente del Gobierno de España, pero es también un empleo sujeto a imprevistos. Ahí está, por ejemplo, el inaudito caso del republicano Xavier Vendrell, que ocupó la cartera de Gobernación en la Generalitat catalana tan solo 23 días.

Dicho esto, ahora que una ola de recorte del 15% amenaza a más de 2.000 parlamentarios españoles, es oportuno recordar el muy desconocido artículo 17 de la ley del impuesto sobre la renta, que en uno de sus puntos establece que quedan exentos de tributar a Hacienda los ingresos percibidos por todo tipo de parlamentarios (diputados, senadores, concejales...) en concepto de gastos de viaje y desplazamientos. ¿Resultado? Cada parlamento ha optado, en distinto grado, por derivar a ese ambiguo concepto la parte que más le conviene del sueldo de sus señorías, de modo que (es un caso real) hasta el 58% del salario de un parlamentario del Congreso de los Diputados puede ser, a efectos prácticos, como una lotería mensual: dinero libre de impuestos.

Ha habido, es cierto, voces rebeldes, como aquella diputada del Parlamento catalán que pidió, honesta ella, pagar a Hacienda sin ese tipo de prebendas. Se lo impidieron.

Pero es la excepción. Los diputados españoles viajaban gratis en turista en los aviones hasta que descubrieron que los senadores lo hacían en preferente. Ahora lo hacen gratis y en preferente. Los diputados del Parlamento catalán no pagan peaje en las autopistas, ni ayer ni dentro de dos meses cuando se vayan de vacaciones. Si prefieren ir en tren, tampoco pagan billete.

La mecha que anteayer prendió en el Congreso el portavoz del Grupo Socialista, José Antonio Alonso, cuando propuso un recorte del 15% para que el sacrificio de los políticos fuera mayor que el de los trabajadores de la función pública, arde veloz por España. Pedir alguna penitencia más no es, pues, inoportuno. Se trata de no dar cabida a esa suerte de refrán de la injusticia: "Aquí todo el mundo tiene su ración de hielo, los ricos en verano y los pobres en invierno".