La Policía Científica de Extremadura ha incluido este año en sus investigaciones casi una veintena de muestras de ADN recogidas en escenarios de delitos considerados graves: agresiones sexuales, violaciones y homicidios, entre otros. Aunque este tipo de investigación ha cobrado relieve en los últimos días por el caso del presunto violador de Plasencia, las cifras demuestran que se trata de un sistema que cada vez utilizan más los cuerpos de seguridad.

En total, los investigadores del Cuerpo Nacional de Policía --la Guardia Civil tiene su propio departamento científico-- han enviado a analizar desde enero a los laboratorios centrales de Madrid o Sevilla 18 muestras obtenidas en restos de sangre, saliva o semen, según indicaron a este diario fuentes policiales.

EN CACERES

El mayor número de muestras se ha recogido en Cáceres, ocho en total, de las que la mayor parte procedían de colillas y sangre encontradas en vehículos y locales objetos de robo. Asimismo, también se han obtenido y analizado muestras genéticas con motivo de una agresión sexual ocurrida en mayo.

Por su parte, la Policía Científica de Badajoz ha solicitado este año análisis de pruebas encontradas en las investigaciones de siete casos que ya están cerrados. La cifra se completa con las tres ocasiones en las que los policías placentinos han enviado material para analizar a los laboratorios centrales, una de ellas con motivo de un atraco a una sucursal bancaria y las otras dos por recientes violaciones.

Desde la Policía Científica aseguran que la mayor parte del trabajo de los agentes se centra en robos y pequeños delitos, ya que en Extremadura hay pocos homicidios y agresiones sexuales y cuando ocurren suelen esclarecerse con la investigación.

No obstante, en los últimos tres años las muestras de ADN han servido para esclarecer algunos de los sucesos más curiosos ocurridos en la región, como el caso del violador de la Madrila , en Cáceres, el crimen de El Nevero, en Badajoz, o la identificación del cadáver que apareció calcinado en un incendio ocurrido en Mérida.

EN UNA BALDOSA

En la investigación de las dos violaciones ocurridas el pasado año en la barriada cacereña de La Madrila, los policías encontraron restos de esperma en una baldosa y en la ropa de una de las víctimas, de donde se obtuvieron muestras de ADN que más tarde coincidieron con el perfil genético de un joven detenido como presunto autor de las agresiones.

En algunos casos es la saliva o los restos de piel los que sirven para llegar hasta los criminales, como ocurrió hace tres años en un crimen cometido en un almacén de frutas del polígono industrial El Nevero de Badajoz.

En la nave entraron dos individuos armados y ataviados con monos y pasamontañas y redujeron al personal que se encontraba allí. Poco después apareció el empresario y fue abordado por los encapuchados, lo que originó un forcejeo que se saldó con un disparo en la cabeza y la muerte del empresario.

Tras ello, los dos individuos se dieron a la fuga en el coche de una empleada y por el camino se fueron desprendiendo de las prendas que llevaban, los monos, los pasamontañas y los guantes, material que más tarde fue encontrado por miembros de la Policía Científica de Badajoz, quienes consiguieron extraer ADN del tejido epitelial que tenía el cuello de uno de los monos.

Así, se comprobó que el perfil genético se correspondía con otro perfil obtenido en el atraco a un banco de la Castellana en Madrid. Poco después dos individuos eran detenidos y se verificaba que el ADN correspondía a uno de ellos.

Pero, además, estas muestras también sirven para identificar cadáveres, como el de una mujer que apareció calcinada en el incendio de una vivienda en la calle Juan Canet de Mérida. La Policía Científica tuvo que obtener muestras genéticas para confirmar la identidad de la víctima.