El verano asoma ya la cabeza con el recuerdo fresco de lo ocurrido el verano pasado. O lo que es lo mismo, teniendo claro el posible efecto de una ola de calor como la del año pasado, que incrementó la mortalidad sensiblemente en unos meses tradicionalmente tranquilos en este sentido.

Los informes del Servicio de Epidemiología de la Consejería de Sanidad revelan que, más bien al contrario, es el frío el responsable de que aumente la mortalidad. En un estudio realizado por José María Martínez y Julián Mauro Ramos sobre la Serie histórica de mortalidad en Extremadura 1998-2002 los resultados no dejan lugar a dudas: diciembre y enero son los meses en los que se registran las mayores tasas de mortalidad, mientras que septiembre y octubre se sitúan en el extremo contrario. Cara al futuro, apuntan que "se prevé que la mortalidad tenga la misma distribución temporal", algo que sólo variaría si se registrase una ola de calor como la del año pasado.

Otra de las funciones principales del Servicio Epidemiológico es el de controlar cada caso que se detecta de hasta 38 enfermedades de declaración obligatoria, de las que el año se declararon nada menos que 122 casos diarios. El procedimiento establecido es sencillo. Cuando un médico de cabecera o un especialista detecta una de estas enfermedades --tan variadas que van desde la varicela o la gripe a la difteria o la lepra-- lo comunica de forma inmediata al Servicio de Epidemiología, que elabora informes semanales para poder comparar los datos anuales.

Gran aumento

En el 2003 el número de casos de estas dolencias se disparó, aumentando un 43% con respecto a los que se registraron durante el año anterior. La causa es muy simple: en el 2003 hubo más de 40.000 casos de gripe por los 21.473 que se produjeron en el 2002.

Pero no fue la única enfermedad que aumentó su incidencia. También se multiplicaron los casos de carbunco, meningitis y varicela. Como dato llamativo, hubo cuatro dolencias que en el 2002 ni siquiera habían aparecido y de las que en el 2003 se registraron nuevos casos: se trata de la fiebre tifoidea, la leishmania , la meningitis TBC y el paludismo.

Según vienen alertando desde hace años algunos expertos del mundo sanitario, algunas de estas enfermedades, junto a otras que se creían ya erradicadas desde hace años en los países desarrollados como España, están resurgiendo, aunque de forma aislada y poco relevante, debido a la presencia cada vez más masiva de inmigrantes. El problema, señalan, es que muchos de ellos no han pasado ningún control médico pese a que son portadores de enfermedades contagiosas. A esto se suma que hay miles de inmigrantes cuya situación no está regularizada, lo que supone que no se sabe a ciencia cierta dónde están y, además, evitan acercarse a hospitales y centros de salud por miedo a ser deportados.

Por lo que se refiere a la parte positiva, los últimos informes del Servicio Epidemiológico extremeño reflejan que durante los últimos dos años 13 de las 38 enfermedades de declaración obligatoria no han deparado un solo caso.