En Almaraz trabajan habitualmente y de forma estable y continua unas 750 personas de cerca de una veintena de empresas diferentes. La mitad corresponde a la plantilla de la propia central nuclear y el resto a compañías auxiliares (mantenimiento, seguridad privada, limpieza, jardinería...). Pero actualmente, durante la presente parada y recarga de la Unidad II, esas cifras se han triplicado.

Esta semana, según fuentes de la planta extremeña, ya se habían incorporado más de 1.100 trabajadores adicionales para realizar tareas de mejora y mantenimiento durante los 33 días que está previsto dure esta parada. Para los próximos días se espera que esa cifra se amplíe y ronde los 1.300 empleados. Es decir, durante este mes Almaraz tendrá el triple de operarios de los que posee rutinariamente.

El cambio de dinámica es visible: los dos grandes aparcamientos de los que dispone la central están completamente llenos; la planta es un continuo ir y venir de personas, porque los turnos son diferentes y la actividad es continua durante las 24 horas del día; y los dos controles de acceso a las instalaciones apenas cesan de abrir y cerrar puertas.

Más seguridad

En total, en estos momentos están operando en las instalaciones cerca de 60 empresas diferentes. "Eso exige una coordinación tremenda", explica José María Bernaldo de Quirós, director de la planta, que celebra varias reuniones diarias para organizar todos los trabajos según la programación prevista. "Además nos hemos visto obligados a contratar un servicio de riesgos laborales, al margen del que ya tenemos, y a incrementar la seguridad privada, entre otras cosas", subraya Bernaldo de Quirós.

El efecto de la crisis y la delicada situación por la que pasa el mercado laboral se ha dejado notar en esta parada. No lo ha hecho tanto a la hora de la contratación --porque las empresas suelen recurrir a trabajadores que ya han participado en paradas anteriores y "han fallado pocos"--, como en la fase previa de solicitudes. Si durante los años precedentes el número de personas que presentaba la documentación para participar en la parada apenas llegaba a 700 --incluso con dificultades para cubrir todas las plazas necesarias--, en esta ocasión la avalancha ha sido total y han superado las 3.000 solicitudes.

"Lo bueno que tiene esto es que los que han entrado esta vez tienen prácticamente asegurado que contarán con ellos para la de la Unidad I, en el mes de octubre. Las empresas valoran la experiencia", apunta Aniceto González, responsable de Relaciones Institucional de la Central de Almaraz. Según los datos de la planta, cerca del 80% del personal contratado son residentes en Extremadura. El motivo es que en el proceso de selección tienen preferencia, en primer lugar, las personas empadronadas en los municipios que están dentro del radio de 10 kilómetros en torno a la planta; y después las de los pueblos de un radio hasta 20 kilómetros.

El ajetreo que vive estos días la planta tiene fiel reflejo en su lavandería, donde se llegan a lavar y tratar --para descontaminar-- cerca de 5.000 kilos de ropa y calzado cada día, "como los grandes complejos hoteleros", bromea Bernaldo de Quirós. El motivo es que cada vez que un trabajador sale de la zona controlada del edificio de contención --donde se encuentra el reactor-- o del de almacenaje de combustible --lo puede hacer varias veces a lo largo del día-- debe entregar su indumentaria --compuesta por un mono, botas y gorros blancos, además de guantes--. Estas prendas son lavadas y tratadas para eliminar cualquier resto de contaminación. Con las que no es posible lograrlo, se desechan y se tratan como residuos radiactivos, igual que el agua de lavado.