José María Aznar logró ayer su objetivo de que el PP apoyara sin fisuras su alineamiento con EEUU en la crisis de Irak y se anotó, además, el triunfo de que un diputado de la oposición desertara a la hora de votar la proposición alternativa.

La iniciativa de la oposición de realizar una votación secreta para intentar dividir a los populares se volvió en su contra. Cuando se votó la propuesta del grupo popular de respaldo al Gobierno no hubo fuga de votos en sus filas. 183 diputados --todos los del PP-- la apoyaron, y 164 de seis grupos de la oposición la rechazaron.

En cambio, la votación de la propuesta opositora no dio el mismo resultado. Un diputado se pasó al bando contrario y se sumó a los populares. 163 a favor y 184 en contra fue el resultado proclamado por la presidenta del Congreso, Luisa Fernanda Rudi.

EUFORIA EN EL PP

El enfado que días atrás mostraron los populares ante lo que consideraron una "ofensa" de la oposición por obligarles a votar en secreto, se tornó anoche en una euforia sin medida. Por contra, las caras largas predominaron en los diputados de izquierda y nacionalistas.

Una ovación cerrada arropó la salida de Aznar del hemiciclo. Ministros y dirigentes conservadores no dudaron en señalar, con sorna, a Felipe González como el traidor. El expresidente del Gobierno y el líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, visiblemente molestos, lamentaron el "entusiasmo con el que aplauden (los diputados conservadores) una declaración de guerra".

En el largo debate se repitieron los argumentos consabidos a favor y en contra de un ataque a Irak. Sólo la irrupción del vicepresidente Mariano Rajoy para replicar al PSOE, rompió las previsiones. Rajoy realizó una réplica tan larga que la oposición la interrumpió al grito de "¡Votación, votación!" porque la consideró dilatoria y provocadora. Su discurso fue coreado desde los bancos de la izquierda con gritos de "No a la guerra".

Los portavoces opositores reprocharon al vicepresidente que discutiera sólo con los socialistas, cuando la iniciativa en favor de la continuidad de la labor de los inspectores y en contra de la guerra era de todos los grupos, no sólo del PSOE.

El vicepresidente arremetió contra el líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, acusándole de estar "en las pequeñas miserias" y pretender en exclusiva "desgastar al Gobierno" por razones electorales.

Zapatero rechazó el reto de debatir con el vicepresidente. Pero éste le hizo tantas preguntas que Caldera ironizó: "Estamos presenciando una interpelación al presidente del Gobierno", en referencia al líder socialista. El portavoz del PSOE centró el debate en enfrentar a los que están por la guerra (el Gobierno) y los que optan por la paz (toda la oposición).

Caldera preguntó a Rajoy si el Gobierno aceptará la decisión de la ONU si opta por dar más tiempo a los inspectores; y si se opondrá a una intervención militar que no suscriba el Consejo de Seguridad. Rajoy no le respondió.

Ignasi Guardans, el portavoz de CiU, abundó en la idea de que el Gobierno opta por la guerra cuando "el tiempo de los inspectores no ha terminado". El nacionalista catalán explicó que la resolución presentada por norteamericanos, británicos y españoles en la ONU dice que el tiempo de los inspectores se ha acabado y apuesta por ir a la guerra, aunque el Gobierno lo oculte.