Por primera vez en dos años, el PP concede al presidente del Gobierno el beneficio de la duda y esperará hasta que el martes reciba a Mariano Rajoy en la Moncloa. Los conservadores se escudan en que han apreciado un cambio "drástico" en la actitud del presidente hacia su líder, por lo que renuncian a atacarle hasta conocer los planes del Ejecutivo tras el alto el fuego de ETA. Pero la mesura impuesta el miércoles por Rajoy no impidió que ayer los suyos mostrasen discrepancias sobre la estrategia del PP ante el proceso de paz.

El primer medio de comunicación en el que Rajoy realizó ayer declaraciones fue la COPE, en el programa de Federico Jiménez Losantos. El presidente del PP aseguró allí que su objetivo el próximo martes es preguntarle a Zapatero "si sabía algo de esta declaración de tregua y qué es lo que quiere hacer en el futuro". También se interesará por la hipotética constitución de una mesa de partidos en la que, avanzó, no se sentará con Batasuna "mientras siga siendo una organización terrorista".

DURO, PERO CONFIADO El presidente del PP no vinculó directamente el comunicado de ETA con el nuevo Estatuto catalán, como hacen otros dirigentes de su partido, aunque insinuó que es posible que la banda "haya visto un ambiente más propicio a juzgar por cómo se está tratando la Constitución". Fue su frase más dura. El resto de su intervención se centró en reiterar que brindará su apoyo a Zapatero "dentro de los principios" del pacto antiterrorista.

Más allá de la renuncia a descalificar al presidente del Gobierno, los populares demostraron que su jefe de filas no les ha dado aún directrices sobre cómo afrontará el PP el proceso. Lo hará el lunes en un comité ejecutivo que se ha adelantado una semana para preparar la entrevista del martes en la Moncloa. Ante la falta de consignas, los miembros de la cúpula conservadora demostraron que tienen visiones diferentes al respecto.

EL PACTO ANTITERRORISTA Las principales discrepancias giran en torno al pacto antiterrorista. Mientras algunos de sus dirigentes insisten en valorar "los principios" del acuerdo y no consideran "estrictamente necesaria" una reunión, otros la defienden como "imprescindible". Tampoco hay unanimidad entre cuál debe ser la actitud del PP cuando Zapatero vuelva a consultar al Congreso sobre el inicio del diálogo. El secretario de comunicación, Gabriel Elorriaga, defendió ayer que el Gobierno "tiene la obligación de explorar los márgenes de actuación". Uno de sus compañeros, en cambio, insistió en que el comunicado del miércoles detalla las condiciones que pone ETA "por lo que hay menos campo que verificar".

En el PSOE también hay consigna de no agresión. Pero Alfredo Pérez Rubalcaba no pudo reprimir ayer un consejo a los conservadores: "Sonrían, quiten esas caras serias, que estamos ante una buena noticia". El portavoz parlamentario del PSOE aseguró que los ciudadanos quieren ver "juntos" al PSOE y al PP para "convertir la esperanza de paz en una realidad definitiva". También criticó "el delirio" de Jaime Mayor Oreja, que en la SER relacionó el alto el fuego de la banda con la reunión de Josep Lluís Carod-Rovira con ETA en Perpiñán.

Rubalcaba negó que el Gobierno tenga "más hoja de ruta que la resolución del congreso" que avaló en 2005 un diálogo con ETA si la banda mostraba "voluntad inequívoca de abandonar la violencia". Por ahora, se trata de ir "con calma" hasta comprobar que "ETA pasa de los dichos a los hechos", y que renuncia a "todo tipo de violencia, también a los chantajes y las extorsiones".