José Luis Rodríguez Zapatero ha conseguido sorprender con una profunda remodelación que él se había encargado de negar a los periodistas durante los últimos días. Aunque hay que reconocer que, en una de esas entrevistas, afirmó: "Y si hubiera más cambios que el de Celestino Corbacho, no se lo diría".

El presidente compareció ayer al mediodía en la Moncloa para comunicar las modificaciones del Gabinete que le acompañará en el tramo final de la legislatura. Dos son los objetivos con los que ha pensado esta reforma, según explicó: potenciar el perfil político con personas "de extensa experiencia" y mejorar la capacidad de comunicación.

"NO HAY DEDO POSIBLE" La persona que reúne estas dos características es Alfredo Pérez Rubalcaba, al que ha colocado como vicepresidente primero y portavoz. Ramón Jáuregui, nuevo ministro de Presidencia, colaborará con Rubalcaba en esta labor, en la que tampoco desentonarán Rosa Aguilar (Medio Ambiente) y Trinidad Jiménez (Exteriores).

Zapatero no escatimó elogios para su nuevo número dos, del que destacó su gestión al frente de Interior, cargo que conservará. Ante la pregunta de si puede considerarse que ha elegido a su delfín, al estilo de Aznar con Rajoy, aseguró: "En el PSOE no hay dedo posible. Tenemos ejemplos muy recientes".

El jefe del Ejecutivo dijo que ha decidido acometer esta reforma ahora porque el apoyo del PNV y Coalición Canaria (CC) a los presupuestos ha despejado "la incertidumbre política" hasta diciembre del 2011. "Será el Gobierno de las reformas, el de la recuperación económica y la recuperación de empleo", afirmó. Zapatero agradeció la labor de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega y de los ministros salientes, pero aseguró que "las etapas se cumplen" y "cada cierto tiempo" es necesario renovar la plantilla para "ganar energía e impulso".