Extremadura cuenta con más de 700.000 hectáreas de su territorio acogidas a alguna figura de protección medioambiental. Como parajes cuya clasificación les aporta unas mayores garantías de conservación están los parques naturales de Monfragüe, con 18.000 hectáreas, y Cornalvo, con casi 12.000. Además, el primero está incluido en una reserva de la biosfera que ocupa 116.000 hectáreas.

Mientras, más de 7.000 hectáreas de la zona de la Garganta de los Infiernos están amparadas como reserva natural. Otra figura, la de monumento natural, protege a Los Barruecos, La Jayona, Cueva de Castañar y cuevas de Fuentes de León, cuyas dimensiones oscilan entre las 88 y las mil hectáreas.

Por su parte, Finca La Sierra y Dehesa de Moheda están catalogadas como parques periurbanos, y los ríos Alcarrache, Guadalupejo y los Pinares del Tiétar, como corredores ecológicos. En el apartado de Zonas Especiales de Conservación (ZEC) están las sierras de San Pedro, Hornachos y Pela, mientras que el Volcán del Gasco es lugar de interés científico.

Protección cuestionada

La lista se completa con los 26 árboles singulares y las Zonas de Especial Protección para las Aves (Zepas) de La Serenas, Sierra de Siruela, Sierra de La Moraleja, Dehesas de Jerez, Puerto Peña, Sierras de Villuercas e Ibores, Canchos de Ramiro y Tajo Internacional. En este último caso, se trabaja en la creación de una figura novedosa, el parque internacional.

Con todo, esta extensión es cuestionada por organismos como Europarc-España, que sólo considera las figuras que efectivamente impliquen obligaciones de protección.

De este modo, la superficie protegida en Extremadura se limitaría a menos de 40.000 hectáreas, al no considerarse como tal las Zepas o las Zec.