Por no andar con guerras de cifras: una fuente independiente aseguró que en la concentración contra la refinería del Grupo Gallardo frente al Palacio de Congresos --hubo que cambiar de escenario porque se decía que (ojalá, pero no) iba a llover-- había alrededor de medio millar de personas. Muchos portaban paraguas negros, como respuesta a las sombrillas de colorines del cartel oficial, bolsas de basura y pancartas que exigían que cielo, tierra y agua quedasen limpias de crudo.

Abucheaban el paso de los coches oficiales, de las personalidades y de los defensores de la refinería. Uno de ellos, un empresario villafranqués de la hostelería no tuvo mejor idea que dedicarles ostentosos cortes de manga, lo que encrespó notablemente los ánimos.

Cercados por tres docenas de policías nacionales y un cordón de vallas metálicas, se mantenían expectantes hasta que vieron llegar un coche que parecía el del presidente de la Junta. Rompieron entonces el cerco y hubo un amago de carga policial, con vallas por los aires, empujones, algún golpe de porra y gritos contra la dura dictadura de Extremadura .

Problemas para entrar

Aconsejado por los responsables de seguridad, Rodríguez Ibarra retrasó su llegada y entró por un lugar distinto al previsto, lo que no le libró de abucheos. A pie de coche --llegó acompañado por la ministra de Vivienda, María Antonia Trujillo--, la delegada del Gobierno, Carmen Pereira, le daba novedades.

Terminados los saludos, se encaminó al interior del Palacio de Congresos, pero fue interceptado a los pocos metros por uno de los opositores a la refinería, quien le expuso su visión crítica del proyecto. Ibarra, por su parte, argumentó que si alguien le demostraba que había habido algún muerto o herido por las otras refinerías instaladas en España, él paraba el proyecto, y que, como padre de una niña de 14 años, no iba a dar luz verde a una industria si esto suponía contaminar Extremadura.

Entre los manifestantes, el coordinador regional de IU, Víctor Casco, que calificó de "histórico" el hecho de que los extremeños se manifestasen en este día contra el presidente de la Junta y un modelo industrial que rompe con el desarrollo sostenible de la región.

De lo que pasó dentro muchos no se enteraron. Ni con invitación pudo accederse al interior del Palacio, puesto que la capacidad del auditorio es tres veces menor que la del teatro romano. Decenas de personas venidas de distintos puntos se agolpaban inútilmente ante las puertas.