La tasa anual de inflación se situó en noviembre en Bélgica en el 2,9%, pero la población tiene la percepción de que el coste de la vida real ha subido muchísimo más. Su malestar quedó reflejado el 15 de diciembre en una manifestación en Bruselas con 20.000 participantes (una cifra elevada para los estándares belgas). Los trabajadores se quejan de que con su salario cada vez pueden llenar menos el carro de la compra por el aumento de los precios, que en algunos alimentos alcanza el 30%. La energía en la vivienda ha subido el 6,93%; el fuel para la calefacción, más del 55% y los carburantes de los automóviles, un 23%.

Hay 338.000 familias sobreendeudadas, muchas para un país con 10 millones de habitantes. La fiscalidad se ceba en los asalariados, que dedican entre el 40% y el 50% de sus salarios al IRPF y la seguridad social. Para apaciguar el malestar, el Gobierno ha ampliado las ayudas al fuel de calefacción a las familias cuyos ingresos no superen los 22.873 euros.