"Pelea por lo que quieres" es el lema escogido por el PSOE para esta campaña electoral, y no es casual. Los socialistas están más peleones que nunca, conscientes de que esta batalla sólo la pueden ganar voto a voto, y quieren emular -y superar- la gesta de 1996, cuando tuvieron una "derrota dulce".

Nadie daba un duro por Felipe González en aquel mes de marzo de 1996 y se quedó a solo 1,2 puntos de José María Aznar, en una "derrota dulce", según la definió entonces el expresidente, en la que a los socialistas les faltó una semana más de campaña electoral.

Ahora, el PSOE se ve en la misma situación que entonces, en 1996 acorralados por los casos de corrupción y ahora aplastados por una crisis que se ha llevado por delante buena parte de su crédito electoral a cuenta de cinco millones de parados.

Los paralelismos con la situación de hace 15 años no acaban ahí y, por eso, Felipe González se ha puesto a las ordenes de Rubalcaba y está más presente que nunca en esta campaña.

En privado, nadie en el PSOE ve posible la victoria; muchos, incluso, se temen lo peor. Y todos se conformarían con tener un resultado digno, lo que se traduciría en no bajar de los 125 diputados de Joaquín Almunia en el año 2000.

Así las cosas, la tarea se antoja todavía más colosal a partir del 21N, con un PSOE en reconstrucción que nunca se ha visto con menos poder territorial, después de perder las elecciones municipales y autonómicas de mayo.

Pero ahora, igual que hace 15 años, han decidido no tirar la toalla y quemar todos sus cartuchos, en una campaña de movilización claramente a la ofensiva, con una deriva un tanto sentimental en los últimos días, en la que no han dudado en recurrir al miedo a la derecha para intentar atraerse votos.

Aseguran en el PSOE que ese miedo a la derecha no es un cuento, sino que está fundamentado, y se remiten para ello a los ajustes que están emprendiendo las comunidades autónomas gobernadas por el PP.

Y es que el PSOE afronta una de las campañas más difíciles de su historia con varios enemigos en el horizonte: el desánimo, la abstención y la dispersión del voto progresista, en una pelea titánica en la que no ha dudado en girar a la izquierda.

A todo ello hay que sumar el hecho de que todos los indicadores económicos parecen haberse aliado en contra del PSOE, con el paro sangrando cada mes, incluso la EPA del verano, y la prima de riesgo desbocada.

De hecho, la única noticia buena de los últimos meses para el PSOE ha sido el abandono de ETA de la actividad armada y, aunque su candidato no quiere utilizar el terrorismo como arma electoral, sus compañeros de partido no pierden ocasión en cada mitin al que va de atribuirle el éxito del fin del terrorismo.

En campaña, se han concentrado especialmente en los indecisos que en otras ocasiones han votado al PSOE, a los que ahora les da igual quien gane, a los que piensan que "estos" (los socialistas) ya han demostrado que no valen o que no pueden y que es mejor que vengan los "otros" (el PP) para que lo intenten.

Una estrategia que creen que les está dando resultados y que sólo en la primera semana de campaña les permitió recortar cinco puntos al PP, según sus encuestas internas, y colocarse a 8,9 de distancia.

Para remontar, los socialistas han sumado en los últimos días otra estrategia más, la de recurrir al voto útil, mensaje especialmente dirigido a aquellos que piensan votar a IU, para recordarles que esta fuerza política fue la otra parte de la "pinza" en los años noventa y que, gracias a ella, el PP gobierna ahora también en Extremadura.

Rubalcaba no quiere decir qué hará después del 20N si no consigue salvar los muebles, pero sí ha asegurado que esa noche no se irá, como sí hizo Almunia, que dimitió en cuanto se constató la catástrofe en las urnas.

Sus más cercanos dan por hecho que si el resultado no es tan malo el candidato peleará por la secretaría general del PSOE que tiene que dejar José Luis Rodríguez Zapatero en el próximo congreso federal, previsto para el verano de 2012 pero que seguramente se adelantará a principios de año.

En el caso de que no obtenga un resultado razonable, el PSOE tendrá que encarar otra travesía del desierto para buscar un nuevo líder.

Puede ser el caso de la ministra de Defensa, Carmen Chacón, que ya quiso ser candidata, pero hay otros de los que también se habla, como Patxi López o Guillermo Fernández Vara.