El nuevo talante prometido por Zapatero en su investidura impregna todos sus movimientos. El recién estrenado presidente no quiere ver a su familia en papel cuché, y su señora, Sonsoles Espinosa, es firme defensora de que lo de casa se quede en casa. Así pues, negativa total a comentar ni el más mínimo detalle sobre la impresión del matrimonio al ver su nuevo hogar: seiscientos metros cuadrados ubicados a la entrada de Madrid por la autovía de A Coruña.

Atrás quedan, pues, las manifestaciones públicas sobre lo inhóspito del palacio inaugurado por Franco en 1954 como residencia de invitados extranjeros, y destinado a vivienda oficial del presidente del Gobierno desde el mandato de Adolfo Suárez, en 1977.

Sin paseo en pareja

A diferencia de los Aznar, Zapatero y señora no acudieron ayer juntos a la que será en los próximos cuatro años su residencia oficial. La futura segunda dama --la primera es la Reina--, no tiene intención de ejercer como tal. La primera impresión se la llevó a solas el jefe del Ejecutivo, poco después de las 11 de la mañana. Zapatero descubrió --tras recorrer tres de los cinco edificios del complejo Moncloa -- que dispone de muchos metros cuadrados... por amueblar.

Aznar y Botella redecoraron la zona privada del palacio en 1996, tras comprobar que el lugar no era "lo más recomendable para que viva una familia", según declaró el expresidente nada más visitar las dependencias. El proceso les entretuvo casi un mes, en el que cambiaron cortinas, retapizaron sofás, pintaron paredes, lacaron en blanco maderas oscuras y colocaron los muebles traídos del chalet alquilado en la Moraleja.

El Cola-Cao de Alonso

En los retoques se incluyó la construcción de un office donde poder calentar algo sin tener que pedírselo al servicio. Porque en todos esos metros cuadrados no había cocina en 1996. El sótano alberga las cocinas y la zona de lavado de ropa. Más de 20 funcionarios se dedican a asistir a la familia, pero a Ana Botella le resultaba vergonzante pedir a uno de ellos que calentara un Cola-Cao para Alonso.

La semana pasada, los Aznar desandaron el camino... y se llevaron sus cosas a su nueva casa de Pozuelo. Todo. Las camas incluidas. Hasta la mañana de ayer, el equipo de Zapatero no conocía las condiciones en que dejarían la residencia. Alguno de sus asesores se quejaba de ello, pero el entorno del expresidente responde que repitió la fórmula que los González emplearon en 1996. Y que éstos habían sufrido en 1982, cuando recibieron la vivienda de manos de los Calvo-Sotelo.

Ayer mismo, Zapatero se enfrentó al vacío y optó por seguir durmiendo en su domicilio de Las Rozas hasta "reamueblar" la Moncloa. El ínterin, que se prolongará al menos una semana, preocupa a los servicios de seguridad de Presidencia, obsesionados por cumplir las órdenes que les obligan a tener controlada a la familia presidencial en todo momento. Sin embargo, a pesar de la manida "austeridad" del presidente de la que alardean sus colaboradores, una cosa es conformarse con el mobiliario que pueda recuperarse de Patrimonio del Estado y otra cosa es pasar la primera noche presidencial en "sacos de dormir", como bromeaba ayer un estrecho asesor de Zapatero.

Solo y agarrotado

El nuevo presidente llegó a la Moncloa pasadas las diez y media de la mañana en el Audi A8 blindado que sirve de coche oficial a los jefes del Gobierno. El vehículo llegó una hora antes, vacío, a la Zarzuela. Y cargó al jefe del Gobierno una vez que éste había pasado el trámite de prometer su cargo ante el Rey. El nuevo jefe del Ejecutivo descendió solo del coche por la puerta derecha, se ajustó las mangas de la camisa blanca que sobresalían de su traje oscuro y recorrió los 20 pasos que le separaban de la escalinata del palacio intentando, en vano, parecer relajado. A la nube de periodistas que disparaban sus cámaras, les preguntó: "¿Qué tal? ¿Vais a trabajar mucho hoy?".

Luego posó, muy tieso, durante cinco minutos. Y sólo acertó a decir "bien, bien" cuando se le preguntó cómo llevaba sus primeros minutos como presidente. Ante la insistencia de los fotógrafos porque se centrara respecto al columnado neoclásico y los dos guardias civiles en uniforme de gala que aguardaban en simétrica pose, tuvo su momento más lúcido. "Me gustaría un poco más a la izquierda, pero bueno". Una frase que puede resultar premonitoria.

Cinco minutos después, atravesó la puerta principal del palacio de la Moncloa y desapareció para la prensa. Antes de hacerlo, exclamó: "Muy bien... pues venga...". A lo que los periodistas respondieron a coro con el mandato que servía a Zapatero para rematar sus mítines en campaña: "A trabajar".