Si existe un acontecimiento previsto en este 2011 con una dimensión y unas repercusiones tan notables como para eclipsar y engullir todo lo relacionado con la crisis y el paro, es el del 22 de mayo: las próximas elecciones autonómicas y municipales. Ese día los extremeños deberán elegir al próximo presidente de la Junta. O lo que es lo mismo, a la persona y el programa político que debe conducir a la región hacia la salida de una crisis económica que desde el 2008 ha dejado sin trabajo a unos 51.000 extremeños, hasta dejar la cifra total de parados en la comunidad autónoma en más de 119.600 personas.

PSOE y PP serán las opciones de Gobierno. Por parte socialista, Guillermo Fernández Vara volverá a ser el candidato autonómico del partido con el objetivo de revalidar la presidencia de la Junta de Extremadura. Para ello tendrá que hacer frente al desgaste político de una legislatura crítica en lo económico y conflictiva en lo social, y deberá convencer a los extremeños de que su gestión durante estos últimos cuatro años ha sido adecuada y ajustada a unos tiempos convulsos. También tendrá que hilar fino en la confección de su programa electoral, porque en los comicios del 2007 alcanzó la mayoría absoluta apoyado en compromisos de calado, como el de tener terminado el AVE Madrid-Badajoz en el 2010 o el de generar 60.000 empleos a lo largo de la legislatura; dos promesas que no ha podido cumplir.

Pero Fernández Vara además deberá encarar el descrédito que ha sufrido el PSOE por su gestión al frente del Gobierno del Estado. Los sondeos de opinión a escala nacional sitúan actualmente a los socialistas entre 10 y 12 puntos por debajo del PP en intención de voto y al presidente del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, en su nivel de popularidad y respaldo social más bajo de la última década. Eso también parece haber afectado al electorado del PSOE en Extremadura. Porque los sondeos publicados por distintos medios de comunicación a lo largo del 2010 apuntan que Fernández Vara ha dilapidado gran parte del colchón de votos con el que ganó en el 2007, logrando una mayoría sin paliativos en la Asamblea regional. Entonces, hace cuatro años, obtuvo el respaldo del 52,9% del electorado (lo que se tradujo en 38 diputados regionales), frente al 38,8% del candidato popular, Carlos Floriano (27 escaños). Ahora los sondeos realizados por empresas como Sigma Dos, Publiscopio y Gespa para el Diario HOY, diario PUBLICO y el PP de Extremadura respectivamente apuntan hacia un escenario en el que el PSOE mantendría apuradamente la mayoría: con una diferencia de entre uno y dos diputados por encima de los populares y en torno al 48% de los votos, frente a más del 44% atribuido al PP.

PRIMERA MAYORIA DE LOS POPULARES La prospección electoral más reciente dada a conocer la publicó el periódico EL MUNDO en mayo. Realizada por Sigma Dos, concedía --por primera vez en la historia-- la mayoría, en intención de voto, al PP extremeño, con el 48,8% de los sufragios y entre 33 y 35 escaños en la Asamblea. Los socialistas, por su parte, caerían hasta cosechar solo el 44,4% de los votos y entre 30 y 32 diputados.

Con estos sondeos, el PP de Extremadura siente que se encuentra ante una oportunidad casi única de acceder, por vez primera en los casi 28 años de autonomía de la región, a la presidencia de la Junta. Ello supondría además desbancar a los socialistas del que es uno de sus feudos regionales más sólidos de todo el país --primero bajo la hegemonía de Rodríguez Ibarra y, desde 2007, de la mano de Fernández Vara--. Para alcanzar esa meta cuentan con José Antonio Monago como líder y candidato. El que fuera concejal del Ayuntamiento de Badajoz y continúa siendo senador nacional y diputado regional, ha conseguido en dos años --desde que fue elegido presidente autonómico del partido en diciembre del 2008-- configurar una alternativa de Gobierno frente al Partido Socialista.

LOS DEBERES DE MONAGO Pero para ganar las elecciones Monago deberá acreditar que cuenta con un paquete de medidas efectivas frente a la crisis, el paro y el retraso que sigue acumulando la comunidad autónoma en muchos ámbitos sociales y económicos. También deberá sobreponerse a la inexperiencia del partido para gobernar la región --nunca lo ha hecho-- y convencer al electorado de que el PP es una formación de centro-derecha, moderada y social. Su otro obstáculo puede ser el gran peso que el socialismo mantiene en el ámbito rural.

Después, si logra el respaldo de los ciudadanos el 22 de mayo, tendrá que demostrar si posee la cintura y el talante que él ha exigido a Fernández Vara para negociar con la oposición los grandes asuntos políticos de la región. Es decir, ¿estará dispuesto a tender la mano al PSOE para alcanzar pactos en ámbitos claves como la educación, la sanidad o el cambio de modelo productivo?

En cuanto al resto de formaciones es previsible, según las encuestas y los resultados de los últimos comicios, que obtengan una representación mínima en la Asamblea de Extremadura. En principio solo IU estaría en condiciones de poder recuperar su presencia en la cámara regional, con la posible consecución de uno o dos diputados. En buena medida, esto sería posible gracias al desgaste del PSOE, del que también se podrían beneficiar formaciones como UPyD o iniciativas como Ecolo-Los Verdes.

LA BATALLA MUNICIPAL En cuanto a las principales ciudades extremeñas, la crisis y la gestión de estos cuatro años también puede pasar factura a los socialistas. Los populares confían en recuperar Cáceres, tras el naufragio del tripartito PSOE-IU-Foro Ciudadano y el fiasco de la candidatura a la Capitalidad Cultural Europea del 2016. Y ven serias opciones de conquistar Plasencia, donde la alcaldesa, Elia María Blanco --que no repite como candidata del PSOE--, y varios concejales están siendo investigados por presuntas irregularidades en la adjudicación de obras municipales.

Más difícil a priori parece que pueda haber cambios en Badajoz --donde Miguel Celdrán (PP) quiere afrontar la que sería su quinta legislatura-- o Almendralejo --donde repetirá el socialista José María Ramírez--. Si se espera una dura batalla en Mérida --el alcalde Angel Calle (PSOE) deberá enfrentarse al que fuera su antecesor, Pedro Acedo (PP)-- y en Don Benito --donde los socialistas han apostado por el actual consejero de Fomento, José Luis Quintana, para intentar acabar con la hegemonía de Mariano Gallego, que lleva 16 años como regidor--.