Las autoridades marroquís aseguran que la cúpula del Grupo Islámico de Combatientes Marroquís (GICM), la organización a la que se acusa de estar detrás de los atentados del 11-M, está en Gran Bretaña y que varios de sus miembros más peligrosos circulan por Europa. En un informe de 110 páginas elaborado conjuntamente por la policía y los servicios secretos marroquís, las autoridades del reino alauí aseguran que "el núcleo duro del GICM se encuentra actualmente en territorio británico desde donde, el emir del grupo, Mohamed Garbuzi, y su yerno y mano derecha, Karim Autah, alias Salem , coordinan las actividades".

"Las cabezas pensantes del grupo evolucionan en el extranjero, financiando e ideando atentados, y empujando a elementos pagados para su ejecución", explica el informe, que fue presentado en la conferencia sobre terrorismo celebrada en febrero en Riad (Arabia Saudí).

Marruecos reaviva así la polémica que suscita el hecho de que la capital británica se haya convertido en Londonistán, un refugio para radicales de todo el mundo islámico. El documento reproduce la alerta que los servicios secretos marroquís habían lanzado a sus homólogos occidentales en el sentido de que "algunos de los terroristas más buscados en Marruecos han escapado a Europa".

En el informe, las autoridades del reino alauí advirtieron de que, pese a las detenciones realizadas, "persiste el peligro" de la red terrorista integrada por radicales marroquís. Las fuerzas de seguridad marroquís reconocen que se han fugado "un grupo de terroristas", a los que describe como "individuos experimentados, que han recibido entrenamiento sobre la organización de bases secretas, que pueden infiltrarse en cualquier parte y que tienen relaciones con líderes de corrientes extremistas; todo ello les hace capaces de golpear en cualquier momento".

Entre ellos, se encuentran Karim Mayati, un reclutador, y Sad Huseini, un especialista en explosivos. Según Rabat, a ojos de Al Qaeda, el resto de radicales marroquís "son terroristas de usar y tirar".

NUEVO PELIGRO Además, las fuerzas de seguridad marroquís han alertado del peligro de que las redes radicales islamistas estén recurriendo al tráfico de drogas para financiar sus atentados. En el informe, Marruecos asegura que "los atentados del 11 de marzo en Madrid fueron financiados por el tráfico de drogas" y que "son el mejor ejemplo" de esta vinculación entre terrorismo y narcotráfico. En ese documento, se asegura que el GICM disponía de una fatua (decreto islámico) que le "daba permiso religioso para recurrir a medios criminales, como el tráfico de drogas, con objeto de financiar" ese acto terrorista.

Según el informe, "hay grupos terroristas en 30 países que financian sus actividades mediante el tráfico de drogas". El narcotráfico al servicio del terrorismo "es el peor de los escenarios posibles", aseguró un responsable marroquí, que puso como ejemplo el peligro que supone que los terroristas puedan disponer aunque sólo sea de una pequeña parte de los 12.000 millones de dólares que anualmente genera el tráfico de hachís plantado en Marruecos.