El Partido Popular ganó ayer las elecciones europeas, pero no es probable que su victoria cambie sustancialmente el panorama político. Los más de cuatro puntos de ventaja conseguidos sobre el PSOE son bastantes para consolidar el liderazgo interno de Mariano Rajoy, pero insuficientes para poner en serios aprietos al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, aunque este tampoco podrá ignorarlos, dada su directa implicación en la campaña. La lista encabezada por Mayor Oreja consiguió 23 eurodiputados y el 42,23% de los votos, frente a los 21 escaños y el 38,51% de las papeletas, alcanzados por la candidatura de López Aguilar.

La magnitud de la abstención, un 53,99%, resta, además, valor al resultado como barómetro de las aún lejanas --en marzo del 2012--, elecciones generales. Quedan casi dos años de carrera electoral y los tres cuerpos y medio que Rajoy ha sacado a Zapatero no parecen una distancia insalvable, siempre que los brotes verdes de la economía no se marchiten por el camino.

SEIS MILLONES AL GANADOR La indiferencia de los ciudadanos ha alcanzado una cota muy similar al de las anteriores europeas. Entonces se batió un récord negativo. Cinco años después se ha mantenido. La participación solo se ha movido del 45,14% al 46%. Algunos líderes se consolaron ayer con que la participación ha sido superior a la media europea, pero el ganador lo ha sido con el apoyo de seis millones de personas, de los casi 47 que forman la población española.

En el balcón de Génova no faltó nadie. Ni siquiera Esperanza Aguirre, que un año antes no esperó ni 24 horas para cuestionar a su líder. La victoria fue presentada en la sede del PP como el inicio del cambio político que debe culminar en las próximas generales. La parafernalia fue la de las grandes noches, pero su principal efecto es de consumo interno: el abrazo entre Rajoy y los críticos (Aguirre y Mayor Oreja), escenificado en la propia balconada.

A su victoria en el conjunto de España, el PP sumó la enorme diferencia obtenida en la comunidad valenciana. Pese --o quizá gracias-- al caso Camps , el PP ha duplicado la distancia de siete puntos obtenida en la anteriores europeas. Los ciudadanos han absuelto políticamente al presidente imputado, como pedían los conservadores. En Madrid, en cambio, donde su presidenta convirtió la contienda electoral en una moción de censura a Zapatero, la situación se ha mantenido estable.

Los socialistas encajaron la derrota con un suspiro de alivio. "Podía haber sido peor", comentó un destacado dirigente. El resultado es casi idéntico al pronosticado por la encuesta de este periódico y otros medios antes del inicio de la campaña electoral, lo que quizá lleve a sus dirigentes a cuestionarse los límites de una propaganda basada en el miedo al otro. No faltará quien cuestione también la forma en que Zapatero ha abordado la crisis en contraste con otros líderes europeos como Sarkozy o Merkel que, pese a haber perdido apoyos, han salido a flote de la contienda electoral.

En el difícil equilibrio del mapa político catalán, los resultados admiten otras lecturas. Si en el conjunto de España la coalición de CiU y PNV ha empeorado los registros del 2004 (entonces concurrían además con el BNG), en Cataluña el partido nacionalista ha experimentado un ascenso de casi cinco puntos, que le ha permitido recuperar la segunda posición. Los socialistas han perdido siete de los 45 puntos logrados en el 2004. Uno de los graneros electorales de Zapatero puede empezar a dar síntomas de flaqueza.

Una de las mejores noticias de la jornada, en palabras del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, es la exclusión de Iniciativa Internacionalista. La lista encabezada por el dramaturgo Alfonso Sastre, ilegalizada por el Tribunal Supremo y resucitada por el Constitucional recogió 175.851 sufragios, y se quedó sin escaño. Batasuna seguirá sin representación en Europa, lo que refuerza, como ya ocurrió en los recientes comicios de Euskadi, la alternativa pacífica de Aralar.

Otra alterniva cosechó más apoyo que los batasunas . El voto en blanco se convierte cada vez más en protagonista electoral. En el conjunto de España, 220.000 personas expresaron así su descontento con la forma de hacer política. Donde más decibelios alcanzó esta forma de desafecto fue en Cataluña. El 3% de los ciudadanos rechazan a todos los partidos y no se resignan a la abstención. Otra llamada de atención para los políticos.