El vicepresidente primero del Gobierno, Mariano Rajoy, se llevó de su viaje a Galicia una impresión muy particular. A su juicio el impacto ecológico de la marea negra "no es tan grave como podía pensarse" y en el plazo de "un mes y medio" la costa estará "recuperada". Rajoy detalló los efectos "irregulares" del vertido. Hay zonas completamente libres y otros puntos "muy afectados", pero de pequeña extensión, aseguró.

Mientras el número dos del Ejecutivo restaba importancia al problema, su colega de Gabinete, el ministro de Fomento, Francisco Alvarez-Cascos, se defendía de las duras críticas de la oposición por "la falta de medios" con que, a su juicio, el Ejecutivo ha afrontado la crisis.

PSOE y BNG destacaron que ni los remolcadores tenían suficiente potencia, ni se dispuso de ninguna embarcación capaz de vaciar los tanques, ni hay suficientes naves anticontaminación. También criticaron la falta de barreras flotantes. Cascos se escudó en el mal tiempo y la falta de colaboración del capitán para justificar la tardanza en remolcar la nave.

El Gobierno se llegó a plantear bombardear el Prestige con aviones F-18 para causar "el incendio del combustible o hundir el buque", reveló Federico Trillo. Rajoy habló con sorna de esta alternativa. "Fue una idea de dos o tres, descartada de inmediato por los grandes riesgos que suponía", dijo.