Quienes gusten de tener amplias vistas sobre su ciudad y, además, no sufran de vértigo o miedo al ascensor, pueden buscar cobijo en lo alto de la docena de edificios extremeños que, según el INE, tienen más de veinte plantas de altura. Lo malo es que, salvo que el instituto de estadística lo aclare, tendrán graves dificultades para localizar estos rascacielos virtuales, ya que, al menos que se sepa, en Extremadura no existe ninguna edificación que supere las 15 alturas sobre la rasante.

En el ránking, real, no virtual, de modestos rascacielos de la región, el lugar más alto lo ocupa la Torre de Mérida, construida en los 70 y que se levanta 15 alturas. Detrás empatados, la Torre de Cáceres, de los 50, y la de Simago, en Badajoz, también de los 70, ambas con 14 plantas.

Pero la sorprendente revelación del INE no se queda ahí, puesto que sitúa los megaedificios no en las ciudades, salvo en Mérida, a la que atribuye uno, sino en pequeños núcleos. Así, atribuye rascacielos de más de 20 plantas a Berzocana (población que podría caber casi al completo en el supuesto edificio), Cuacos de Yuste (igual) y Madrigal de la Vera (la mitad de su población formaría la comunidad de vecinos), por el lado cacereño.

TRES EN PUEBLONUEVO

En la provincia de Badajoz, donde los técnicos de estadística han descubierto un total de nueve torres residenciales hasta ahora desconocidas, ubican una en Azuaga (9.000 habitantes), otra en Granja de Torrehermosa (2.600 habitantes), la ya apuntada en la capital extremeña, tres en Pueblonuevo del Guadiana (sus dos mil habitantes vivirían en las torres trillizas ), una más en Salvaleón (2.200 habitantes), y otras dos cuyo paradero y ubicación se desconoce.

Pero no queda ahí la cosa, porque ya puestos a exagerar, en la región tampoco son excepción los edificios de más de diez plantas, puesto que el INE asegura que, como media, hay uno por cada tres pueblos, hasta hacer un total de 133, que no es poco.

Y si hay que dar más pistas, se dan. Ahí va otra para quien quiera entretenerse en buscar una cosa tan grande que ni se ve: de la docena de rascacielos de más de 60 metros que tiene Extremadura, ocho fueron levantados hace más de siete años, quizá por eso ya formen parte del paisaje y pasen desapercibidos para los de aquí.

Así, uno tiene ya más de 60 años, otro en torno a 45, dos más se levantaron en la década de los 60 (el desarrollismo, claro), otro en la de los 70, dos en la década siguiente (los rascacielos de la democracia) y otro más entre 1991 y 1995. Lo que no tiene perdón es que los cacereños anden tan despistados que ni siquiera sepan que el último de los edificios extremeños de más de 20 plantas se levantó en su provincia no hace ni cuatro años, y ya no se acuerden.

De los otros tres, ni se sabe la edad o no la quieren decir.