Son los equipos de la Consejería de Bienestar Social los encargados de detectar cuándo se está ante un problema de desprotección o malos tratos de un menor, algo que no siempre resulta fácil ya que, como se indica desde la propia consejería, generalmente se trata de situaciones que se producen "en el ámbito privado de la familia", a lo que hay que añadir que "los niños que se ven afectados tienen poca capacidad para protegerse o solicitar ayuda".

Por este motivo, son habitualmente personas cercanas al menor, pero ajenas a la situación que éste vive, las que acaban dando la voz de alarma. Vecinos, profesores o profesionales sanitarios son muchas veces los primeros en darse cuenta de los problemas que está sufriendo el joven.

Una vez que la consejería tiene conocimiento de potenciales casos de malos tratos, se procede a abrir un expediente de protección y se da comienzo a la investigación. En función del nivel de gravedad que se valore en cada caso, se decidirá si es necesario aplicar mecanismos de urgencia destinados a proteger la salud e integridad básica del niño.

Durante el proceso de investigación se trata de verificar si realmente se ha producido la situación de maltrato o abandono. El último paso en finalizar es el de la evaluación, un proceso permanente y continuo que comienza en el mismo momento en el que se detecta la necesidad de intervención. Es en este momento cuando se determina por cuál de las posibles medidas se opta: la permanencia en el medio, la separación provisional del menor o la separación definitiva.

Teléfono de atención

Asimismo, la Consejería de Bienestar Social, con la finalidad de facilitar la comunicación de este tipo de casos, dispone del Teléfono del Menor (900 500 331) a través del cual pueden ser notificadas situaciones de malos tratos, abusos, explotación, falta de atención, mendicidad, etcétera. Es un servicio gratuito y está atendido las 24 horas del día, durante los 365 días del año.