Desolación. Esa es, seguramente, la palabra que mejor define el sentimiento con que se vive en las filas del PSOE el drástico recorte de gastos que ha exigido la UE al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Un tijeretazo que los socialistas consideran como "el fracaso" de su proyecto político y económico. Así lo manifiestan muchos de ellos en privado, y así lo expresaron en las reuniones internas que los barones territoriales y los secretarios regionales y provinciales mantuvieron con el presidente nada más acabar su dura comparecencia del miércoles. Luego, en público, todos los dirigentes hacen piña con su líder para defender unas medidas que reconocen inevitables.

La imposibilidad de eludir la imposición de ese recorte no alivia, no obstante, la sensación de derrumbe ideológico. "Es el fracaso de un proyecto socialdemócrata, de un intento keynesiano de afrontar la crisis econó- mica", aseguraba ayer a esta periodista un dirigente socialista. De hecho, tanto Zapatero como su Gobierno y su partido estaban convencidos de que tenían autonomía para decidir cómo y cuándo reducir el déficit, para evitar, de ese modo, recortar políticas sociales o los sueldos de los funcionarios. Se creían, en definitiva, con capacidad para soportar los embates de los mercados.

COLOR POLITICO "Los mercados no tienen cara, pero tienen color político", explicaba en privado la pasada semana una persona importante del Ejecutivo, a fin de demostrar que los ataques a las bolsas y a la deuda de los países iban en parte dirigidos a imponer unas políticas económicas conservadoras o neoliberales.

Quien así se expresaba pensaba aún a mediados de la pasada semana que los planes del Gobierno podrían sobrevivir al acoso de la "jauría de lobos", expresión con que definió el ministro sueco de Finanzas, Anders Borg, los ataques de los especuladores al euro. Pero los lobos han ganado y el derrumbe de las bolsas y las exigencias de la UE han acabado por imponerse.

Así que el Gobierno, en un fin de semana de vértigo y un lunes de dolor, tuvo que replegar sus principios y ponerse a cortar en la dirección que le dictaba la UE, por cierto, mayoritariamente gobernada por los conservadores. Según los socialistas, fue Europa la que exigió que se tocaran los sueldos públicos y las pensiones.

SUBSIDIOS A SALVO El Gobierno logró salvar los subsidios de desempleo y el gasto sanitario. A los dirigentes del PSOE se les explicó en la reunión del miércoles que funcionarios y pensionistas eran dos puntos ineludibles que la UE exigía como garantía de la seriedad del recorte. Todos entendieron la gravedad del momento y la imposibilidad de oponerse. Pero pidieron a Zapatero que adoptara también otras medidas para equilibrar los ajustes.

"Hemos tenido que dar un giro de 180 grados en nuestro discurso", señalaba un diputado que defendía la necesidad de corregir ahora un poco ese giro implicando a los sectores más ricos de la sociedad en el pago de la crisis. "No puede ser que un gobierno socialista haga descansar sobre las clases medias y bajas el peso de la crisis", insistía.

Algunas fuentes indicaron que en la Moncloa se barajó el lunes la oportunidad de que Zapatero anunciara una subida de impuestos junto con el tijeretazo, pero fue el mismo presidente quien prefirió aplazarlo. De tener que hacerlo, optaría por subir el IRPF en el tramo más alto y quizá aumentar la fiscalidad sobre las rentas del capital.