Salvo en el 2004, cuando José María Aznar se creía amo del universo, el candidato del partido en el poder ha sido siempre el presidente. Hay una excepción anterior (1982) cuando la UCD presentó a Landelino Lavilla relegando al presidente Leopoldo Calvo-Sotelo. Catástrofe. Los centristas cayeron de 168 a 11 escaños. Y el voto no fue al CDS de Adolfo Suárez (que sacó dos) sino a AP, que subió 97 (hasta 107) y al PSOE que subió 81 (hasta 202). Recuerden, por favor, esta noche el 202 y el 107.

Al no presentar --ni exhibir-- a José Luis Rodríguez Zapatero, confesando que su gestión es poco popular, el PSOE asume los mismos riesgos que la UCD en el 82. Los resultados serán mucho mejores porque el PSOE del 2011 no es la UCD del 82, ni Alfredo Pérez Rubalcaba es un joven tácito, sino un político de pelo en pecho que ha salido a "pelear" (es su lema) contra la tortura de la crisis, el 21% de paro y los fallos de comunicación. Y encima el verano ha enturbiado, aún más, el horizonte económico.

Así he recordado aquel lema que buscaba incitar la práctica del deporte (que impulsó Juan Antonio Samaranch): "Lo importante es participar". El objetivo de Rubalcaba se parece: lo importante es contar. Al final de la campaña y en dos buenas entrevistas de Javier Moreno (El País ) y Pepa Bueno (TVE), el candidato socialista ha seguido combatiendo. Hacer campaña a la contra --subrayando siempre las carencias del adversario-- es peligroso porque puede transmitir negativismo. Pero decir que en momentos tan difíciles no se puede confiar en alguien (Rajoy) que no se decide a definirse sobre la prohibición de fumar en bares y restaurantes prueba que los peores sondeos no anulan sus reflejos. Y lo cierto es que algún dato de las entrevistas finales en TVE indica que a Rubalcaba le fue mejor que al líder popular (que estuvo muy bien).

El mensaje final del candidato socialista ha sido machacón. Lo peor no sería ya la mayoría absoluta del PP, sino el poder absoluto de la derecha. El Gobierno central, las comunidades autónomas, los ayuntamientos, los poderes institucionales, el mediático, el económico... Solo un PSOE fuerte puede ser un eficaz muro de contención. Lo importante, lo decisivo, es salir vivo de esta jornada electoral para poder participar e influir en el futuro.

Adelantar las elecciones cuando se sale perdedor es siempre malo. Pero anticipar sin efecto sorpresa, con cuatro largos meses por delante, es un suicidio. Con estos parámetros, Rubalcaba ha hecho una campaña intensa e inteligente.

Recuerden el año 82. Los 202 diputados de Felipe serían la apoteosis de Mariano. Los 107 de Alianza Popular (que necesitó 14 años para la "amarga victoria" de 1996) sería el descenso del PSOE a los infiernos. Rubalcaba precisa 19 escaños más para, como mínimo, superar al Almunia del 2000...