La Refinería Balboa, que se instalará entre Villafranca, Los Santos y Fuente del Maestre, contaminará la mitad que las instalaciones de este tipo que funcionan actualmente en España, según los datos aportados ayer durante la presentación del proyecto a los medios de comunicación. En este acto comparecieron el consejero delegado del Grupo Gallardo, Juan Sillero; el técnico contratado para poner en marcha la refinería, Edgar Antonio Rasquin; el jefe del departamento de Medio Ambiente del grupo, Raúl Rodríguez, y la portavoz de la empresa, Imelda Rodríguez.

Así, y según la detallada exposición realizada, la refinería extremeña emitirá un 50% de los óxidos de azufre (responsables de la lluvia ácida) que vierte una industria de similares características, un 20% de partículas en suspensión y un 5% de aceites. En cuanto al dióxido de carbono, limitado por el protocolo de Kioto, Sillero indicó que emitirá "menos que la cementera", cuya contaminación se estima en 700.000 toneladas por año. Esto quiere decir que emitiría un 60% de lo que vierten refinerías españolas de similar tamaño.

Los representantes de la empresa apuntaron que esta merma en polución es posible porque la refinería utilizará la tecnología disponible más avanzada, que permite un uso más eficiente de la energía y la reutilización de productos que podrían ser contaminantes en procesos productivos que atenúan el impacto ambiental. Además, los técnicos incidieron en que la última refinería abierta en España data de los años 70, y desde entonces, tanto las especificaciones legales como la tecnología han avanzado mucho.

ESTUDIO AGRICOLA En cuanto a los temores manifestados porque la refinería pueda afectar a los cultivos circundantes, especialmente viñas y olivos de Tierra de Barros, Sillero explicó que está prevista la realización de un estudio --requerido también por IU-- sobre el posible impacto en las producciones agrarias, basado en experiencias anteriores, entre las que citó los cultivos de fresa de Huelva, cercanos también a una planta de refino.

En este punto, el consejero delegado del grupo reclamó a las organizaciones ecologistas "que sean rigurosas en sus críticas" y sustenten con datos lo que dicen para no crear "alarma social infundada", y agregó que "si no cumplimos los requisitos medioambientales, que son muy rigurosos y lo serán más cuando vaya a ponerse en marcha la planta, no nos dejarán abrir, y eso sería tirar una inversión de 1.200 millones de euros".

Profundizando en los aspectos medioambientales, Raúl Rodríguez apuntó que la refinería contará con sistemas para medir las emisiones a la atmósfera y estaciones para calibrar la calidad del aire en el entorno.

En cuanto a la contaminación del agua, el técnico medioambiental apuntó, como primera precisión, que la planta consumirá unos 3,5 hectómetros cúbicos al año, lo que supone una quinta parte de lo que gasta la refinería de Puertollano.

Además, el agua será depurada en la misma refinería, y la mayor parte volverá al circuito de la planta, mientras que la que se vierta contará con analíticas previas que determinen "que es apta para mantener la vida de los cauces a donde va".

De manera similar, los residuos sólidos serán tratados previamente y separados según sean industriales o urbanos. Los primeros se entregarán a un gestor autorizado para su tratamiento y destrucción, y los restantes se evacuarán a los vertederos municipales como cualquier otra basura doméstica.