El 29 de septiembre del 2002, Repsol y Cepsa contrataron con el régimen de Bagdad la compra directa de hasta cuatro y dos millones de barriles de crudo, respectivamente. También firmaron contratos las compañías franco-belga TotalFinaElf y la italiana Eni. Sadam Husein intentaba ganarse el aprecio de Europa. El Gobierno español vio normal la operación.

El Ejecutivo, a través de la empresa estatal Expansión Exterior, también apoyó las pretensiones de Repsol por ganar un contrato para la explotación del campo petrolífero de Nassariya.