El Rey convirtió ayer a Yuste en el símbolo de lo que debe ser la unidad europea para afrontar los "retos" y las "amenazas" que depara el proyecto de construcción de una Europa "más unida, próspera y solidaria". Un mensaje con el que también coincidió el presidente de la República de Portugal, Jorge Sampaio, que recibió de manos del monarca español el Premio Europeo Carlos V, que cada dos años concede la Fundación Academia Europea de Yuste, durante un acto celebrado en el Real Monasterio de Yuste en el que también tomaron posesión siete nuevos académicos.

Don Juan Carlos, que presidió el acto junto a la Reina, incidió especialmente en que Europa se encuentra "en un momento crucial de esfuerzos conjuntos" para avanzar hacia el objetivo de la unión y señaló dos acontecimientos esenciales: la ampliación de la UE a 25 estados y la Constitución europea. Unos retos, aseguró, que abren "nuevas expectativas" pero que no están exentos de "amenazas", entre las que el monarca destacó el terrorismo, "una lacra que nos obliga a redoblar esfuerzos".

Por todo ello, Don Juan Carlos ensalzó los objetivos que se promueven desde la Fundación Academia Europea de Yuste, "impregnada de una loable preocupación social, que preconiza la tolerancia y la solidaridad como valores inrrenunciables de nuestro patrimonio común europeo".

EUROPEISTA CONVENCIDO También destacó el monarca la figura del galardonado Sampaio, al que definió como estadista "volcado en su trabajo diario al servicio de Portugal, europeísta convencido y admirado y probado amigo de España".

El presidente de la República de Portugal, recibió ayer un premio que ya poseen relevantes personalidades europeas, como Jacques Delors, Wilfried Martens, Felipe González y Mijail Gorbachov, como reconocimiento a su apoyo al proceso de unificación de Europa y su esfuerzo y dedicación para el conocimiento general y engrandecimiento de los valores culturales, científicos e históricos de Europa.

Tras una laudatio realizada por el rector de la Universidad Carlos III de Madrid, Gregorio Pe- ces-Barba, el presidente luso, al igual que el Rey, se refirió en su discurso a la "difícil tarea" a la que se enfrenta Europa, en un tiempo de "enormes retos que ponen a prueba la capacidad de la Unión Europea para asumir sus deberes como actor global, y su fuerza para hacer valer sus principios fundacionales".

Ante el "momento decisivo" del proceso de ampliación y el Tratado Constitucional, Sampaio manifestó que "conviene que no nos engañemos", ya que Europa, aseguró, atraviesa uno de sus "periodos recurrentes de pesimismo y duda" que favorecen a quienes critican el destino de la unidad europea.

Por ello, el presidente luso apeló a la necesidad de despertar en los ciudadanos una "cultura de responsabilidad participativa" y criticó la "ineficacia persistente" de la política de comunicación de la Unión Europea.

No quiso dejar pasar la ocasión Sampaio para ensalzar la figura del Rey, del que aseguró, "ha hecho de la causa de Europa una batalla personal". Asimismo, tuvo palabras de agradecimiento para el presidente extremeño, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, de quien dijo que "siempre está atento al fortalecimiento de los vínculos de vecindad", destacando su "carrera política de gran capacidad realizadora".

DESDE LA PERIFERIA Ibarra, que acompañó a los Reyes en la mesa presidencial, junto a la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de la Presidencia, María Teresa Fernández de la Vega, dijo de Sampaio, al que calificó de "gran amigo de Extremadura", que ha sabido "hacer europeísmo no sólo desde el corazón geográfico de Europa, sino desde la periferia". Todo ello, manifestó el presidente extremeño, "tiene más valor", ya que es desde la periferia desde donde pueden desarrollarse con mayor facilidad las tendencias "centrífugas" y las tentaciones de desinterés.

El jefe del Ejecutivo regional también enfatizó el marcado carácter europeísta de Extremadura. En este sentido, recordó que la comunidad extremeña ha creado a lo largo de la historia dos eslabones espirituales con el mundo. Uno, que calificó de religioso, con el continente americano a través del Monasterio de Guadalupe, y otro, que denominó eslabón cívico o político, con el continente europeo desde el Monasterio de Yuste.

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