Su día a día lo desarrolla con niños, pequeños y mayores que han sufrido en sus carnes la violencia de género y que de la noche a la mañana viven escondidos en una casa que no es la suya y en la que además los vecinos no son sus amigos. Rosa Broncano, una joven cacereña de 26 años, se encarga de que se adapten a esa situación, aprendan a superar el sufrimiento de sus madres y acepten que todo es diferente.

Ella conoce de primera mano las tristes consecuencias que esta lacra femenina deja también en los hijos. "Es muy duro escuchar a niños decir mi papa pega a mi mama", comenta. Por ello reclama este 8 de marzo que "las mujeres abran los ojos, que entiendan que no es un problema de la clase social baja, y que nos puede pasar a cualquiera", e insiste en que aunque la sociedad ha avanzado bastante en cuanto a la violencia de género todavía hace falta recordar que tras la denuncia no están solas. G. M.