Tras su frenética campaña electoral, en la que fue capaz de compatibilizar varias entrevistas, mítines, encuentros y visitas al día, Alfredo Pérez Rubalcaba se quedó callado. Apenas intervino en el debate público, y cuando lo hizo, ya fuera en el comité federal socialista o en la constitución del Parlamento, sus palabras tuvieron un tono bajo, acorde con el batacazo que sufrió su partido en las generales del 20 de noviembre. Ayer era su momento para reivindicarse en el plano interno, mostrar su modelo de oposición para que esta deje de ser provisional y se convierta, tras el congreso del PSOE, en el que se elegirá a un nuevo líder en definitiva.

Fue la suya una intervención suave, casi de guante blanco, como si quisiera retrasar el comienzo del verdadero ejercicio de oposición. Dicen sus colaboradores que es el tipo de actitud que le habría gustado que hubiese tenido el PP en la legislatura anterior. Rubalcaba anunció el voto en contra del PSOE a la investidura de Mariano Rajoy, cargó contra su falta de concreción y le dijo al próximo presidente que sus cuentas no cuadraban, porque anunció un recorte del déficit de 16.500 millones de euros (como mínimo), incentivos fiscales y más ayudas públicas, sin detallar ninguna nueva vía de ingreso. Pero, por encima de todo, estuvo su ofrecimiento de múltiples pactos --en política europea, antiterrorista, exterior, agraria, sanitaria, de Defensa y de empleo-- y su intención de arrimar el hombro.

"ESPIRITU POSITIVO" "Nuestro voto será negativo, pero con espíritu positivo. Es lo que necesitan España y Europa. Una oposición responsable, que también quieren los ciudadanos. No le vamos a hacer una oposición como la que ustedes nos hicieron", explicó primero, antes de pasar a las preguntas: si Rajoy tenía pensado subir el IVA y rebajar la edad de jubilación, si quería hacer recortes al Estado social y si ya sabía "cuándo" iba a dar las "malas noticias", porque hasta entonces, en opinión de Rubalcaba, el nuevo presidente solo había anunciado "buenas" nuevas. No sirvió para que un Rajoy agradecido por el "tono constructivo" del adversario --"creo que estamos de acuerdo en muchas cosas", le dijo al socialista-- pusiera luz sobre su agenda de Gobierno, pero al menos logró que el conservador dijera que no tenía "intención" de modificar el impuesto indirecto, y que también pensaba dejar la edad de jubilación tal y como está.

Aunque fue defendido por sus compañeros de grupo, Rubalcaba no suscitó un gran entusiasmo en las filas socialistas. La impresión general, tanto entre sus partidarios como entre los de Carme Chacón, es que su discurso de ayer no tendrá grandes repercusiones sobre la pugna por el liderazgo en el PSOE, para la que se espera que tanto él como la exministra de Defensa anuncien sus cartas en breve.