Dice Alfredo Pérez Rubalcaba que a él le gusta acudir al Diccionario de la Real Academia Española (RAE). Ayer, por ejemplo, buscó voluntario --"persona que, entre varias obligadas por turno o designación a ejecutar algún trabajo o servicio, se presta a hacerlo por propia voluntad, sin esperar a que le toque su vez"--, y pensó: "No me vale. Cuando llega una campaña como esta, la gente siente que tiene un deber". Aquí va otra ración de RAE. Indiferencia : "Estado de ánimo en que no se siente inclinación ni repugnancia hacia una persona, objeto o negocio determinado". Quizá tampoco sea la mejor manera de definir el plano mental en el que se encuentran cerca del 30% de quienes votaron a Jo- sé Luis Rodríguez Zapatero en el 2008. Porque si no tienen decidido su voto no es tanto por falta de inclinación o repugnancia al PSOE como porque no reconocen al Gobierno socialista al que votaron y consideran, además, que la victoria del PP es inevitable. Y, sin embargo, esa es la palabra que ayer usó el candidato.

"La indiferencia me preocupa muchísimo", admitió Rubalcaba en un acto con voluntarios.

Desde que comenzó la precampaña electoral, los principales enemigos del PSOE, más incluso que sus adversarios del PP, son los votantes indecisos. Los socialistas han intentado reactivar a sus votantes de más edad con el papel de superestrella invitada otorgado al expresidente Felipe González, han hecho gui- ños al movimiento 15-M para acercarse a los más jóvenes, han intensificado las críticas al PP y han repetido sin pausa que estas son las elecciones más importantes que ha tenido España en dé- cadas. Pero los indecisos siguen quietos. Ahí están. Son el 31% de los llamados a votar, de acuerdo con el CIS de ayer, y de estos, dice el PSOE, el 70% forma parte de su electorado tradicional.

Lo que hizo Rubalcaba fue, directamente, señalar que el problema existía, como vía para que deje de existir. O al menos, para que no exista tanto. "Esa indiferencia, que nos lleva a formulaciones del tipo de 'nos han ganado' y 'el voto no merece la pena', es muy mala para la izquierda --continuó el candidato--. Porque la izquierda, si tienen algún poder, es el de la gente. No tiene poderes económicos ni mediáticos. Si nuestra gente, si nuestros votos se quedan en casa porque consideran que no valen para nada, entonces sí que la izquierda tiene un problema".

"Hay millones de españoles que están esperando que les demos razones para volver a creer. Hay que darles ideas y convicciones", concluyó Rubalcaba. Y él, con su verbo pausado, se las dará en cada uno de sus mítines --el de hoy en Sevilla es, sin duda, uno de los más importantes--, y también en el debate del lunes frente a Mariano Rajoy. Los socialistas no creen que esta cita sirva para que haya trasvase de votos, pero sí, al menos, para que unos cuantos indecisos, al ver que el único capaz de hacer frente al líder del PP es el candidato del PSOE, acudan al colegio electoral el 20 de noviembre.