Lejos de conformarse con protagonizar el habitual acto protocolario, la nueva vicepresidenta económica, Elena Salgado, trató ayer de aprovechar su toma de posesión para dar prueba de la fortaleza y la capacidad de gestión que han llevado al presidente del Gobierno a auparla al cargo. Su prioridad, reiteró media docena de veces, va a ser cortar la sangría del paro y relanzar la creación de puestos de trabajo. "Nuestros esfuerzos se van a orientar en primer lugar a las reformas necesarias para crear empleo", remachó.

El mensaje, más propio de un ministro de Trabajo que de un responsable de la política económica y presupuestaria, casa al milímetro con las líneas maestras que José Luis Rodríguez Zapatero le ha marcado para superar la crisis actual. Con todo, Salgado admitió que a la recesión de impacto internacional se suma en España una intensa destrucción de empleo que "sin duda tiene que ver con el modelo productivo".

Este reconocimiento podría haber dado esperanzas a quienes, como el Banco de España o la patronal CEOE, reclaman al Ejecutivo reformas de calado y recortes en los derechos laborales para superar la crisis. Sin embargo, se apresuró a desalentarlas. "Son ellos, los desempleados, los que centrarán todas mis energías", aseveró. Su primera decisión como vicepresidenta ha sido convocar para la semana próxima a sindicatos y patronal, a los que prometió sin fisuras y con transparencia su "máxima implicación" para impulsar el diálogo social de forma eficaz.

Salgado no aludió a las turbulencias políticas desatadas en torno al sector financiero desde la intervención hace dos semanas de Caja Castilla-La Mancha. Por contra, sí abordó un problema que había perdido protagonismo en el debate económico en el último mes: la falta de crédito al sector privado. "La fortaleza del sistema financiero tiene que contribuir con prontitud y rigor a superar las dificultades de familias, autónomos y pequeñas y medianas empresas", advirtió directamente a la banca.

Además de a la recuperación del resto de países, clave para las exportaciones, la vicepresidenta condicionó la recuperación económica a la capacidad de su departamento de "generar confianza". En esta línea, se mostró convencida de que España podrá volver a la senda de crecimiento "en un futuro no muy lejano".