Terminado el mitin, en el que la anécdota la puso el alza que le colocaron a Elena Nevado para que llegara al micrófono, Mariano Rajoy dio un corto pero intenso paseo por el centro de Cáceres. Desde la Subdelegación del Gobierno, recorrió parte de Cánovas, donde degustó las aceitunas del señor Pizarro, endulzadas en Garrovillas y que suele vender junto al edificio Múltiples. E incluso se paró a comprar cupones del sorteo de la ONCE, con el número 73958, en el quiosco de Paloma Gómez, al final de la avenida.

Rajoy dio y recibió besos por doquier, firmó autógrafos y le hicieron cientos de fotografías, como si de Ronaldo o Messi se tratara. "¡Es Rajoy, no!", hipaban los transeúntes. Se interesó por Faycel, un joven marroquí recién llegado a Cáceres, y su "buen nivel de castellano" aprendido en el Instituto Cervantes de Marraquech. Otro chico le pidió saludos de su parte para Zapatero y él se interesó por comercios como Mirón Regalos. Finalmente, antes de entrar a comer en el Restaurante La Tahona, pidió una fotografía con la figura de la voceadora de periódicos Leoncia Gómez.