Santa Marta de los Barros, una población cercana a Almendralejo de apenas 4.000 habitantes, vive días de "preocupación generalizada" y en los que las autoridades locales se están "viendo desbordadas" para atajar los problemas que causan varios asentamientos con unos 1.500 ciudadanos rumanos. Esa es la descripción que realizan la mayoría de los vecinos del pueblo y el propio alcalde, Jorge Vázquez, que ha levantado la voz de alarma porque "la situación está muy fea", asegura. Los lugareños denuncian robos diarios y se muestran hartos de la situación, que se repite cada verano por la época de la vendimia, pero que "cada año es peor porque vienen más", comentan.

Los ciudadanos rumanos, de etnia gitana, comenzaron a llegar de forma masiva hace varias semanas y se ubicaron en diversos puntos que rodean la localidad, pero el grupo más numeroso está junto a unas obras que se llevan a cabo junto a la carretera hacia Nogales. Allí viven casi un millar de ellos. Aseguran que vienen para trabajar en la recogida de la uva y que se marcharán cuando termine la campaña, unos hacía Rumanía y otros a otras partes de España como Málaga o Granada. "Aquí nos pagan bien por trabajar y el dinero se lo daremos a nuestras familias en Rumanía", comenta Gica, un joven que comparte una pequeña tienda con algunos familiares y amigos en este asentamiento, y que afirma que la relación con los vecinos del municipio es distante, ya que "unos te tratan bien y otros peor" .

Es uno de los escasos ciudadanos rumanos que se atreven a hablar, y de los que no piden dinero por hacerlo o por dejarse hacer una fotografía en su lugar de residencia . "Yo te digo lo que quieras si me das diez o quince euros", comenta otro mientras se cobija del sol esta vez en una calle de la localidad. Esta es una imagen muy frecuente en Santa Marta de los Barros. Los ciudadanos rumanos sentados junto a comercios, bares o cajeros automáticos a la espera de que alguien les de dinero. Esa era la situación ayer a primera hora de la tarde y que, según los vecinos, se repite cada día.

LA VERSION DE LOS VECINOS Sin embargo, la mayoría de los vecinos coinciden en describir un clima de "enfado generalizado" por lo que está ocurriendo. Reiteran que "buscan sobrevivir como sea" y eso supone continuos robos en viviendas, comercios e incluso obras, de donde se llevan gasolina y cobre. A este respecto, trabajadores de varias obras comentaron que "todos los días hay algún robo, unas veces de gasolina o de distinto material. Lo peor es que cualquier día va a pasar un accidente porque pasan por aquí como si nada, en medio de toda la maquinaria".

Ese malestar es casi unánime, ya que es muy frecuente encontrar a gente que ha sufrido algún hurto o suceso de otro tipo. Un joven relata como "el otro día me rompieron los cristales de mi coche y robaron el radiocasete, y a un tío mío le atropellaron y se dieron a la fuga".

Pese a estos testimonio, también hay quién dice comprender a estas personas, "que vienen a buscarse la vida". Es más, uno de los vecinos asegura en un bar que "si se van, malo, porque eso es que nos ven a nosotros peor que a ellos todavía".

Ante esta problemática, muchos de los afectados piden la actuación del ayuntamiento. El alcalde relató ayer que la afluencia de los rumanos se incrementó notablemente a partir de mayo, y que se ha convertido en un problema "gravísimo". Según señaló, en el asentamiento principal, en la finca Canteras, viven alrededor de 800 personas, la mayoría sin trabajo.

Desde su llegada, las denuncias por robo se han incrementado en la localidad hasta una media de cinco diarias. "Roban animales, entran en las casas y se lo llevan todo: platos, manteles, todo lo que encuentran, atemorizan a los vecinos y provocan daños en las calles", explicó.

Ante esta situación, el ayuntamiento, por unanimidad entre los tres grupos aprobó una moción sustentada en informes de las fuerzas de seguridad y los servicios sanitarios y sociales, para que se elimine el asentamiento. Esta moción ha sido enviada a la Junta y la Delegación del Gobierno. Ahora, indicó, el propietario de la finca debe ir a Almendralejo y poner una denuncia, y que el juez ordene el levantamiento del asentamiento ilegal. Según señaló, muchos de los rumanos asentados allí se desplazan a otras zonas cercanas para buscar con qué subsistir, "aunque luego tienen su residencia aquí".