«Aprendes a poner la vida en perspectiva. Y a valorarla. Cada día es un nuevo día y un día más». Es la lección que deja a Saturnino López (64 años) los últimos 15 años de su vida, en los que ha superado en tres ocasiones un cáncer. Primero fue un cáncer de colon que irrumpió en medio de una vida frenética cuando vivía en Badajoz y se dedicaba al mundo de los negocios («siempre he pensado que el estrés que tenía y la mala alimentación influyeron en le enfermedad», cuenta). Los médicos lo abordaron a tiempo y sin contratiempos y pasó página hasta que tres años después aparecieron nuevos carcinomas, esta vez en el pulmón: otra operación y otra vez quimioterapia. Pero de nuevo salió todo bien, y se olvidó durante un par de años de la enfermedad. «Reconozco que en ese tiempo me olvidé un poco de las revisiones», dice. Hasta que los carcinomas brotaron de nuevo y de forma muy diseminada en el hígado. Esta vez no se podía operar, pero los médicos optaron por la quimioterapia y antes de que finalizaran los ciclos que habían previsto, el cáncer había desaparecido.

«Ha sido muy duro pasar por dos operaciones y tres tratamientos», confiesa Saturnino López, ahora prejubilado por la enfermedad y a quien el cáncer le cambió la vida, pero también la actitud ante ella. «La primera vez que me diagnosticaron, hace 15 años, pensé en la muerte con terror. Y en este tiempo me he dado cuenta de que forma parte de la vida, de que nos puede llegar a cualquiera en cualquier momento y que por eso hay que valorar la vida», explica. Y con eso, hace ya años que se apeó de un trabajo que le asfixiaba y se metió en los fogones, la «pasión» que ha descubierto a raíz de la enfermedad.