El sector del vino en Extremadura respira tranquilo tras la decisión del Gobierno de retirar el anteproyecto de ley que contemplaba al vino como una bebida alcohólica y no como un alimento. No es para menos, este producto mueve un millón y medio de jornales cada año, genera mil empleos directos y supone 100.000 hectáreas de cultivo, el segundo mayor en superficie de la región tras el olivar.

Los más de 10.000 agricultores extremeños que se dedican a este cultivo se temían lo peor, teniendo en cuenta también la importante reducción de las ayudas comunitarias y de la superficie cultivada que puede suponer la futura reforma de la Organización Común del Mercado (OCM) del vino.

La importancia del sector se refleja también en que Extremadura es la segunda comunidad autónoma con mayor producción de uva dedicada exclusivamente a la elaboración de vino, con cerca de 58 millones de kilos anuales, solo por detrás de Castilla-La Mancha.

La mayor parte de ella (93%) se destina a caldos alcohólicos y solo una parte residual (7%) se emplea para la preparación de mostos. Pero además, la región se distingue por el predominio de los vinos blancos (que aún representan dos terceras parte de la producción total) y del vino de mesa sin indicación geográfica (90%. De hecho, tan solo el 2% de todo lo que sale de los viñedos plantados en la región está acogido a denominación de origen.

Los empresarios avisan

A este respecto, la Asociación de Empresas Vinícolas de Extremadura (Asevex) ha alertado de que la nueva OCM del vino puede suponer perder más de la mitad de los 44 millones de euros anuales recibe la región en ayudas a este cultivo.

Al margen de ello, los empresarios temen que se produzca una liberalización total del sector y que se registren importantes daños medioambientales y sociales en zonas productoras como Tierra de Barros.

Otras cifras que demuestran la fuerza del sector se recogen en el informe La agricultura y la ganadería extremeñas del 2005 , elaborado por Caja de Badajoz, y en el que se refleja que durante los últimos 10 años la producción vitivinícola ha ido incrementándose de forma escalonada en la comunidad autónoma.

Así, de los 173.234 hectolitros cosechados (entre vino y mosto) en 1996 se ha pasado a los 895.000 de la última campaña cuantificada en este informe. Sin embargo, en los dos últimos ejercicios se ha producido un ligero declive productivo por culpa de dos fenómenos naturales: la sequía y las heladas.

Todo ello pone sobre la mesa que los vinos extremeños no tienen mala uva y que el sector goza de una excelente salud en la comunidad autónoma.