Monitores, camareros, dependientes, cajeros o repartidores. Da igual uno que otro, todos tienen el mismo perfil: el de ser empleos altamente susceptibles de estar ocupados --sobre todo en verano-- por jóvenes que buscan una oportunidad en el mundo laboral o unos primeros ahorros.

"Quiero el dinero para pagarme los estudios universitarios y cursos de formación, así supone también un ahorro para mis padres", relata Mamen de Santa Amalia, que lleva cuatro años en Cáceres en un piso de alquiler. Ella trabaja de camarera las noches de los jueves, viernes y sábados en un local de Cáceres durante el verano. "La verdad es que no me puedo quejar, me pagan bien y me da para mis cosillas".

Como la mayoría de jóvenes, Mamen está abierta a cualquier trabajo digno siempre que le permita compaginarlo con sus estudios. "Es una forma de introducirse en el mundo laboral, te da más independencia económica y mayor libertad de actuación", afirma.

Además, trabaja esporádicamente como azafata de ferias "cada dos o tres meses, pero es un dinero extra que viene muy bien". Ella se inscribió a través de internet en una bolsa de trabajo y la aceptaron.

La situación de Sara Bella es algo diferente. Terminó hace cuatro años el ciclo medio de hostelería y desde entonces va de flor en flor buscando la mejor ocupación. Ahora lo hace en un restaurante, o mejor dicho, en otro restaurante más. Porque desde que concluyó sus estudios ha sido camarera en diferentes locales.

"Estoy muy bien y me pagan bastante para lo que exige vivir en Cáceres y costearme mis caprichos", explica Sara, que entre otros gastos debe pagar un piso de alquiler. Y es que ella es de ese grupo de jóvenes que decide dejar su pueblo --Jaraíz de la Vera-- para buscar una oportunidad en el crisol de las ciudades.

"También es verdad que he tenido algún jefe insoportable y alguno no pagaba lo que debía. Te piden que hagas horas extras que luego no te pagan.", dice. Pero está tranquila. Sabe que si no es aquí, será allá. "Yo echo el curriculum en la bolsa de empleo de la Junta y me llama mucha gente". Pero, su sueño no es ser camarera vitalicia y espera continuar sus estudios de hostelería, "aunque con los horarios de un restaurante es difícil estudiar".

Una de las características del empleo juvenil es la alta temporalidad. Un alto porcentaje de los que firman sus primeros contratos lo hacen a través de una empresa de trabajo temporal (ETT). De hecho, los jóvenes de entre 16 y 25 años acaparan casi la mitad (el 44%) de los contratos realizados por el Grupo Adecco en los meses de verano en algunas comunidades.

En este sentido, Simón Rosado, responsable de acción sindical en CCOO señala que "en los últimos seis años, durante el verano se reemplaza a trabajadores eventuales, para sortear la continuidad en los contratos y evitar crear plazas fijas". Es más, según Rosado, en muchas ocasiones los estudiantes acaban cubriendo los "los despidos de verano" para abaratar costes a las empresas.

Intermediarios y sindicatos coinciden en que la contratación de estudiantes en verano es creciente. Para las ETT, las ofertas estos meses pueden suponer para algunos jóvenes una gran oportunidad. Para los sindicatos, en cambio, estos empleos ofrecen condiciones precarias y desmotiva a los jóvenes trabajadores.