Desde la entrada en vigor de la nueva ley antitabaco el pasado 2 de enero, en el bar La Cazuela de Mérida no se puede fumar pero tampoco comprar tabaco. El encargado del local, ubicado en el polígono industrial El Prado, desenchufó la máquina expendedora el mismo día que la norma entraba en vigor. Lo hizo en señal de protesta por una restricción que considera excesiva y no la enchufará de momento. "No veo lógico que si no nos dejan fumar nos dejen vender", señala Ismael Sánchez, el encargado.

El se ha adelantado a lo que muchos hosteleros de la región y de todo el país comenzaron a hacer el 1 de febrero en señal de protesta por la pérdida que están registrando sus negocios. "Desde que entró en vigor la nueva ley he perdido entre un 30% y un 40% de clientes, y a esto sumo el 20% menos de clientela que ya teníamos por la crisis económica", señala, una situación que si se mantiene le obligará a cerrar el negocio. De momento, de los cinco empleados que tenía antes ya solo tiene uno y la ayuda de familiares que se han quedado en paro. "Lo próximo ya es echar el cierre como esto siga así", denuncia, mientras mantiene la esperanza de que el Gobierno se replanteé la situación. "Yo no fumo y no estoy en contra de la ley pero existen otras fórmulas para respetar los derechos de todos habilitando zonas para fumadores y para no fumadores".

Dejar de vender tabaco no supondrá para su negocio prácticamente ninguna pérdida económica, "yo solo gano quince céntimos por cada cajetilla mientras el Estado con la venta en mi local está ganando 3,30 euros a cada paquete", sostiene, por eso dice que aunque trastorna a algún cliente que viene con la idea de comprar tabaco "todos lo ven lógico y me apoyan", señala Sánchez.

Tanto es así que ya ha recogido casi 250 firmas de clientes en contra de la ley. "Lo estamos haciendo mucho locales de la región y de todo el país". Ismael Sánchez es el encargado de reunir las máximas posibles en Extremadura. "Después se las haré llegar al dueño del bar Guadalmina de Marbella, que está liderando la protesta nacional, para que las remita al Gobierno".

La situación de la hosteleria dice que es muy delicada, por eso cualquier acción iniciada para intentar salvarla será bien recibida en este negocio. Y es que, "el que antes venía a desayunar al bar ahora lo hace en su casa y el que se tomaba dos cervezas ahora se toma una y se va corriendo para fumar".