En los últimos años se ha puesto tan complicado entrar en la carrera de Medicina en una universidad de España que no resulta difícil encontrar españoles que han emigrado a facultades de medio mundo para cumplir su sueño. Entre ellos está Antonio José del Rey Fernández, un extremeño de Cabeza del Buey (Badajoz) que el próximo año empezará sexto de Medicina en una universidad pública de Eslovaquia. «Era mi única oportunidad de estudiar lo que siempre he querido y aquí me vine», cuenta.

Tiene una vocación clarísima. «Mi padre es médico y me encantaba ir a verle al centro de salud», recuerda. Pero tiene más razones: «Gracias a la Medicina tengo a mis dos hermanos. Son mellizos, tuvieron un problema al nacer y si no fuera por la Medicina y por mi padre no estarían aquí, eso me hizo valorar mucho esta profesión», a la que ha querido dedicarse desde que era bien pequeño. «En casa me decían que pensara en otra carrera por si la nota no me llegaba y yo solo tenía esta entre ceja y ceja».

Pero la exigencia para estos alumnos es tan alta que no se permite prácticamente ningún fallo durante su adolescencia. «Y yo me despisté en los años de Bachillerato, que son esenciales, y no conseguí la nota para entrar en la carrera en España porque necesitas un expediente casi perfecto. Los requistos son altísimos», cuenta. «Mi hermano pequeño ahora estudia Medicina en Badajoz, tiene un expediente con matrículas y con un 13,1 de nota final consiguió plaza en la UEx en el número 70 u 80, es que es una barbaridad», lamenta. «Se está creando un filtro que no debería ser tal, porque hay gente que puede ser muy buena en su profesión sin llegar a esas notas, pero no tiene oportunidades».

Clases en inglés y eslovaco

Antonio José estaba dispuesto a cumplir su sueño donde fuera y buscó alternativas. La mejor era trasladarse a otro país con notas de acceso más bajas y no dudó en coger las maletas y poner rumbo a Eslovaquia. «Gracias a mi padre, que conocía a alguien aquí, pude informarme bien. Conseguí superar varios exámenes necesarios para acceder a la carrera y me aceptaron en la universidad pública de Kosice». «Si quería hacer Medicina mi única oportunidad era esta». Y no lo dudó, aunque no fue fácil al principio: «Mi nivel de inglés era el básico de Bachillerato y aquí las clases son en inglés para los estudiantes internacionales y en eslovaco para los locales. Fue bastante duro». La cultura y el clima diferentes tampoco lo pusieron muy fácil. Pero con el tiempo, este joven extremeño ha ido valorando otros aspectos positivos de su aventura. «Son decisiones que tomas sin pensar mucho todo lo que supone, pero a la larga piensas en todas las cosas buenas, en lo que ganas, en las amistades que haces, en la diversidad cultural que vives y en la posibilidad de viajar y enriquecerte. Pero lo más imporante es que estoy estudiando Medicina y lo disfruto muchísimo».

A punto casi de terminar, sabe que acabar la carrera es solo un paso más. «Mi idea luego es hacer el MIR en España y conseguir la especialidad, pero ese es otro superfiltro en el que ya no vale con tener la carrera, sino con estudiar también ‘MIRicina’ como decimos nosotros». De pequeño soñaba con convertirse en cirujano cardíaco, pero en los últimos años ha descubierto que quiere ser médico de familia. «Me he dado cuenta de la importancia y del papel fundamental que ejerce la Atención Primaria». Si no lo consigue aquí, ya tiene plan B: «haré lo que hace la mayoría de mis compañeros españoles aquí, especializarse en otro país, aunque creo que España es el mejor sitio para hacerlo».