El cardenal Joseph Ratzinger se refirió ayer en la homilía al mensaje enviado por el Papa a través del sufrimiento y el silencio al que se vio abocado por su enfermedad en las últimas semanas, calificando su actitud de "elocuente y fecunda". Para el purpurado alemán, el esfuerzo de Karol Wojtyla el último domingo de Pascua de su vida, asomándose a la ventana para dar la bendición urbi et orbi, resulta "inolvidable".

Ratzinger había mencionado previamente "la tristeza total" que le embargaba ante la muerte de su amigo, un sentimiento que se mezclaba con "la alegría de la esperanza" y la "honda gratitud" que sentía hacia él. Alabó su comprensión hacia todos y su "capacidad de perdón" y aseguró que "jamás quiso salvar la propia vida y conservarla para él", sino que "ha querido darse siempre sin reservas, hasta el último momento".

El decano del colegio cardenalicio dijo tener la seguridad de que el Papa, el que se asomaba a la ventana del Palacio Apostólico para bendecir a la multitud, "está ahora en la ventana del Padre". "Desde donde nos ve y bendice", añadió. Las palabras de Ratzinger provocaron la reacción de vaticanistas italianos, que dijeron que no había precedentes de dirigentes eclesiásticos que se refirieran en estos términos a un papa recién fallecido.