Por su forma, el hongo aspergillus toma su nombre del aspergillum , un instrumento que utilizan los sacerdotes para dispersar agua bendita. Es decir, tiene el aspecto de un hisopo. Se conocen 900 especies de este hongo, que puede provocar un amplio abanico de enfermedades y cuyo brote puede aparecer en centros hospitalarios debido a obras de remodelación de las instalaciones.

El aspergillus es lo que en medicina se denomina un "patógeno oportunista", ya que afecta a pacientes que tienen las defensas bajas, según un estudio del Servicio de Microbiología Clínica del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.

Hay varios factores que hacen al aspergillus un hongo proclive a producir enfermedades en el cuerpo humano. Se trata de un hongo fácilmente aspirable, por lo que puede causar infección en el pulmón y los senos paranasales. El aspergillus tiene capacidad para crecer a 37ºC, la temperatura corporal, lo convierte en un hongo idóneo para afectar al cuerpo humano.

Vasos sanguíneos

Asimismo, según los expertos, tiene una gran tendencia a invadir vasos sanguíneos. "Es esencial reconocer que aspergillus puede ser colonizador, causar enfermedad alérgica, infección local o ser responsable de cuadros invasivos de gran gravedad", asegura el citado estudio.

La entrada del hongo puede ocasionar en el cuerpo humano diversas infecciones, entre las que figuran desde un cambio de coloración en las uñas, hasta vértigo, pasando por fibrosis pulmonar o sinusitis.

La dificultad para detectar que un paciente está afectado por el hongo es lo que provoca que el nivel de mortalidad, sobre todo en personas que han recibido un trasplante, sea tan elevado. Según Diario Médico , el 65% de los transplantados de médula ósea que se infectan por aspergillus fallecen. Si el órgano infectado es el cerebro, el índice de mortalidad alcanza al 100% de los pacientes.

Un virus letal

La dificultad para su detección y su tendencia a infectar a pacientes con las personas bajas hacen que el aspergillus sea silencioso, oportunista y también letal. Según un estudio realizado en Alemania sobre este hongo, y tomando como base 800 autopsias de personas fallecidas por aspergillosis, en el 60% de los casos no se pudo determinar un diagnóstico mientras el paciente vivía. El hongo fue descrito por primera vez en el siglo XVIII, concretamente en 1729.

El fármaco más potente contra la infección del virus es la anfotericina, pero es muy tóxica y con importantes efectos adversos. No obstante, está en marcha la comercialización de nuevos antifúngicos menos tóxicos. El tratamiento se topa con la dificultad de las resistencia que presenta el hongo ante determinados fármacos, lo cual hace aún más complicado minimizar su incidencia.

Los expertos sostienen que un factor muy importante de riesgo para la aparición del aspergillus en los hospitales es la realización de obras. El brote puede aparecer en el centro por múltiples vías, si bien la acumulación de polvo por la remodelación de las instalaciones se revela como un desendanente del hongo. Esto es, al parecer, lo que ha sucedido en los últimos días en en hospital de Mérida.

La incidencia del hongo es dispar en función de los tipos de pacientes. En servicios de hematología se sitúa en el entorno del 6%, pero esta cifra aumenta hasta el 15% entre los pacientes que son receptores de un trasplante de médula ósea.

El aspergillus es un hongo que se encuentra por todas partes y, por ello, su entrada en un hospital es relativamente sencillo. No necesita tanta humedad como otros hongos y es frecuente en sistemas de ventilación, plantas ornamentales, superficies en contacto con el aire, vegetación mustia, polvo contaminado del suelo, así como en cualquier otro sitio donde haya materia orgánica.