Habían dejado atrás la misa, los nervios del intercambio de anillos y del sí quiero , incluso las últimas reflexiones sobre el sentido del matrimonio, aún con el redoblar de las campanas retumbando en los oídos. A falta del banquete, todo seguía respetuosamente el guión. Tres horas después, jamás una boda se podrá decir que ha costado tanto sudor.

El reloj no había hecho más que marcar las 21:30 horas cuando una avería en el sistema eléctrico del establecimiento La Despensa de Extremadura dejaba sin aire acondicionado a la comitiva nupcial, ya asentada en el salón de este restaurante placentino, precisamente en uno de los fines de semana más calurosos de este verano. El empresario Felipe Macayo, dueño del local, se apresuró en llamar a Iberdrola y asegurar a los novios que en breve todo se arreglaría.

Dos horas y cuarentacinco minutos --desde las 21:30 hasta las 24:15 horas-- tardó la unidad de reparaciones de la empresa eléctrica en llegar al restaurante. El frac, el esmoking, el traje, el vestido de la novia... cualquier vestuario se hacía demasiado soporífero frente a los treinta y tantos grados de temperatura y la falta de aire acondicionado. Muchos invitados se marcharon, se suspendió el bingo, se estropearon alimentos...

"Todo por culpa del deficiente servicio de reparaciones de Iberdrola", explica el dueño de La Despensa, quien denunció a la compañía eléctrica ante la Policía Nacional por daños y perjuicios, aunque la vía correcta era la demanda civil. Los responsables del restaurente lamentan la mala imagen dada. "Era una avería sencilla, se excusan mientras recuerdan la sauna en la que se convirtió el salón: humo, abanicos, intenso calor, comensales descamisados... "Una boda imposible de olvidar".