ETA o Euskadi ta Askatasuna (Patria Vasca y Libertad) no nació por generación espontánea. El suyo fue un parto gestado durante siete años, si se tiene en cuenta que sus orígenes se remontan a 1952, cuando un grupo de estudiantes vascos se reunieron y redactaron un boletín interno --Ekin -- del que heredaron el nombre. Los jóvenes airados habían decidido escindirse del PNV, porque lo consideraban poco útil en la lucha antifranquista a fin de recuperar las esencias del nacionalismo vasco. Fue en 1959 cuando los disidentes de Ekin se bautizaron como ETA y se lanzaron a actuar.

El intento de descarrilamiento de un tren con voluntarios franquistas que el 18 de julio de 1961 iban a San Sebastián para celebrar el aniversario del inicio de la guerra civil fue la primera acción etarra, aunque frustrada. Un año después, en la primera asamblea, se habló de "guerra contra el ocupante extranjero", y en 1963 se creó un frente obrero para aclarar que lo de ETA era un socialismo revolucionario de liberación nacional.

Autodeterminación

En la tercera asamblea (1964), ya sí se planteó la lucha armada como método de acción. Y en la cuarta (1965), se formuló el camino: "Un proceso político militar que tiene por meta la autodeterminación del pueblo vasco". Y llegó la famosa quinta asamblea (1966 y 1967), en la que empezaron a plasmarse las primeras escisiones, una constante de ETA hasta el paroxismo de las bombas y metralletas de los años 80 y 90. Los duros marxistas-leninistas ganaron y tomaron el apellido de V Asamblea. Ellos protagonizaron (7-6-1968) el primer atentado mortal --el guardia civil José Antonio Pardines--. Días después (2-8-1968), mataron al inspector Melitón Manzanas, con lo que el régimen entendió que estaba ante una declaración de guerra.

El juicio de Burgos (1970) fue precisamente la gran respuesta franquista, aunque la presión internacional frustró las condenas de muerte de seis etarras que se salvaron de la ejecución (algo que no lograron en el año 1975 Txiki y Otaegi). Antes del consejo de guerra ya se había celebrado la sexta asamblea, que también facilitó el apellido a los escindidos que luego acabaron integrando la trotskista LCR.

Con el asesinato de Carrero Blanco (20-12-1973), ETA V tocó techo. Nunca quedó claro si gozó de complicidades sospechosas para deshacerse del heredero natural de Franco, pero éste ya no volvió a ser el mismo. Un año después, la masacre de la cafetería Rolando, en la que en vez de policías (el objetivo confesado) murieron 11 personas civiles, fue el prólogo de la escisión más importante: ETA Militar y ETA Político-Militar. Los milis eran partidarios de la pura acción directa y los poli-milis querían asumir, además, la lucha de clases. Fue tal el enfrentamiento entre ambos sectores que hubo ajustes de cuentas como el del poli-mili Pertur, desaparecido de la noche a la mañana. En 1976, ETA-PM formó dos frentes: el de los comandos especiales (bereziak ) ejecutores y el político (el partido EIA, germen de Euskadiko Ezkerra). Pero en 1977, los bereziak se pasaron a ETA-M, y en 1982, llegó la autodisolución de los poli-milis acordada con el ministro de UCD Juan José Rosón.

Nacimiento del GAL

ETA a secas, sin añadidos, fue una realidad en 1984 con Txomin, Ternera, Peio el Viejo, Mamarru y exbereziak como Antxon, Txikierdi y Pakito. Con algunos de ellos dialogó sin éxito el Gobierno del PSOE (1986 y 1989). En diciembre de 1983 nació el GAL y fueron años de plomo y sangre. Atentados brutales como el de Hipercor (21 muertos), la casa cuartel de Zaragoza (11) y la de Vic (10), y prolongados secuestros como el de Ortega Lara jalonaron de sangre y dolor el día a día. Fue el asesinato del concejal del PP de Ermua Miguel Angel Blanco, en 1997, el que marcó un antes y un después de las movilizaciones.

Una tregua indefinida

En septiembre de 1998, ETA declaró una tregua indefinida rota a los 15 meses. El PP tomó buena nota y el final policial de ETA pasó a ser su especial obsesión. Prueba de ello fue que, cuando los terroristas asesinaron a Ernest Lluch, y Barcelona se echó a la calle para solidarizarse con el político socialista, partidario del diálogo para lograr la paz, el Gobierno lo encajó muy mal.

Desde 1968 al 2003, en que murieron dos policías nacionales, ETA ha matado a más de 800 personas. Ahora, cuando ya se han cumplido 1.000 días sin muertos, ha declarado un alto el fuego permanente. De aquellos disidentes del PNV que crearon ETA, a ésta de después de la amnistía que decretó Suárez para los etarras antifranquistas, sólo queda la sangre derramada por muchos inocentes.