El neurálgico centro de la alegría era el modesto club social de Sodeto, el pequeño pueblo de 70 casas y no más de 200 habitantes donde ni un solo vecino fue apeado de la fiesta. Casa por casa, durante días y semanas, las integrantes de la Asociación de Amas de Casa vendieron participaciones de 5 euros del número mágico, el bendecido, el envidiado y el más codiciado, el 58.268, agraciado ayer con el premio Gordo, y a su tesón y a su insistencia se debe que todos tuvieran su parte del pastel. El pueblo, a primera vista, tenía un aspecto desolado, fantasmal --precisamente aquí, en los Monegros, en medio del desierto--, había calles vacías y ni un perro, nadie merodeaba por ahí, pero era porque todos, literalmente, estaban juntos, en el mismo lugar; todos estaban festejando.

"Estaba siguiendo el sorteo por televisión y escuché el número, y me sonó a conocido, pero pensé: No, no puede ser", contaba la tesorera de la asociación, Olga Bonet. "Me quedé escuchando, esperando a que lo repitieran, y entonces oí bien y dije: Ay, Dios, mío. ¡Es el nuestro!". Sobre sus hombros y los de todas las amas de casa estaba depositado el sentimiento de gratitud de los vecinos, que no se cansaban de abrazarlas, una vez, y otra, de gritarles hurras, de brincar con ellas y de llorar con ellas y de decirles todo el tiempo gracias. "Mi marido --seguía la tesorera-- se puso muy nervioso. No sabía qué hacer. Entonces subí y desperté a mi hija... No recuerdo qué gritaba: ¡Ganamos, niña, ganamos! O algo así".

SOSIEGO Y SEGURIDAD En la familia de la tesorera no trabaja nadie, ni ella ni la hija ni el marido, con lo cual el premio viene a ser mucho más que los "tres o cuatro boletos" --dudaba-- es decir, 300.000 o 400.000 euros que tendrá en breve en el bolsillo: el premio es sosiego, calma, seguridad, que es lo que tienen todos en Sodeto. "Yo --decía, por ejemplo, Mari Lambrea, secretaria de la asociación, o mejor, del club de las hadas madrinas-- estaba en el paro, pero ya ni siquiera cobraba el subsidio". Es cocinera. Ayer, rodeada de gritos y algarabía y dando y recibiendo abrazos sin pausa, desconcertada, sitiada por los periodistas, respondía simplemente: "No lo sé. No lo sé. Debo pensarlo", cuando le preguntaban qué iba a hacer con el dinero. "Ya habrá tiempo para pensar. Pero con calma. Cuando esto se calme".

A la una de la tarde, el local social --o sea, el pueblo-- era una fiesta, había botellas rotas por el suelo, dos o tres que se habían pasado con el licor. "Lo bonito de esta fiesta es que todos han ganado", se emocionaba otro vecino, Jorge Santaolaria, hijo de ganador, poco después de posar para las cámaras, orgulloso, orondo, feliz, sentado en su tractor. Cerca, la alcaldesa --también salió premiada, por supuesto--, recordaba que esto es los Monegros, que la gente aquí vive del campo --ganadería, agricultura-- y que Sodeto no es la excepción. ±Hay gente que lo está pasando mal, pero no es la norma en el pueblo. La crisis nos ha golpeado, pero estamos resistiendoO. Calculaba que en promedio se habían comprado dos boletos por casa; a 70 casas, 140 boletos en total; unos 14 millones de euros. "Pero creo que la gente aún no es consciente de todo el dinero que hay ahora".

Sodeto era el epicentro, sin duda, pero la suerte del Gordo se expandía en círculos concéntricos y pasaba por Tardienta --el Bar Boira, para ser precisos--, después por Grañén, llegaba hasta Huesca, al Bar Carlitos y al Asador La Esperanza: todos tocados por el número ganador. Un Gordo que se resiste a caer en la provincia de Huesca, titulaba ayer, en su edición de papel, un periódico local, invocando quizá la suerte que habría de llegar.

Grañén, eso sí, es especial: hay una única administración en todo el pueblo (la única, de hecho, de toda la comarca), y de allí salió el número afortunado, pero los agraciados, por capricho de la diosa, o de las amas de casa, estaban menos allá y más en otros pueblos; lo cual no significa que no estuvieran contentos.

"Ocurrió algo curioso --contaba la responsable de la administración, María Pilar Azagra--. Llevaba varios días trabajando mucho, cansada, tanto que mis amigas me dijeron ayer: Mañana, arréglate. Píntate. Ponte guapa. Y yo lo hice. Y muy por la mañana me encontré con un vecino que me dijo: Pili, qué guapa que te has puesto, hoy vas a ganar el gordo, ya verás. Y ya ve". Rodeada, por supuesto, de algarabía, de los vecinos premiados, de ríos de champán. Aún más: había ido a verla, y a felicitarla, un vecino de Mollerussa, José Sala, actor profesional, modelo del cartel de la Lotería Nacional que cuelga desde septiembre en todas las administraciones de España. Decía --Sala-- que quería ver qué efecto podía causar.