"Son dos angelitos más en el cielo, que están más cerca de su padre (fallecido el verano pasado en un accidente de moto) y gozan de Dios eternamente en el Paraíso". A duras penas podía balbucear su sermón el sacerdote de la parroquia de Aceuchal a los cientos de familiares y vecinos que abarrotaron la iglesia durante el funeral de Juan Antonio y Adrián, los dos niños fallecidos la noche del lunes en el incendio de su vivienda en Almendralejo. Y es la la emoción y la consternación invadía a todos los presentes, entre ellos la delegada del Gobierno, Carmen Pereira; el consejero de Administraciones Públicas, Angel Franco; y el presidente del PP extremeño, José Antonio Monago, además de los alcaldes de Almendralejo y Aceuchal.

Para el cura fue "difícil hablar" en una tarde en la que la lluvia también quiso llorar la muerte de los pequeños. Su madre, María José, de 35 años, recibía abatida las condolencias de centenares de personas y ahora debe "encomendarse a ellos --a sus hijos fallecidos cuando paséis por momentos difíciles", les aconsejaba emocionado el párroco.

Los féretros llegaron a las 14.15 horas al tanatorio de Aceuchal procedentes de Badajoz, donde se les practicó la autopsia, y recibieron sepultura poco después de las 18.30 horas en el cementerio de esta localidad cercana a Almendralejo.

Durante todo el día, en ambos municipios, las muestras de dolor eran constantes y a nadie se le escapaba la mala suerte de esta familia, recordando que hace siete meses falleció en un trágico accidente de moto perdió la vida Juan Antonio, padre de los trillizos. "Hay cosas que no se entienden cómo pueden pasar", exclamaba un vecino al acceder a la iglesia para asistir al entierro, mientras una señora mayor se preguntaba "por qué el Señor hace estas cosas".

Entre tanto, la llegada de los féretros al templo estuvo marcada por la emoción contenida de los vecinos y abiertamente manifiesta de los familiares, e incluso durante la homilía fue necesaria la atención médica a algunos asistentes que no pudieron aguantar la emoción. La tristeza invadió a todos los asistentes una vez terminada la misa y durante la sepultura de los pequeños, y es que una tragedia así une a todos en el dolor.

Ahora el apoyo psicológico es fundamental para los familiares, apuntan los vecinos.