Ana sonríe. Sonríe cuando habla sobre la Casa de la Mujer de Cáceres, donde se siente como en la suya propia y donde, de hecho, vivió durante varios meses. Sonríe cuando recuerda qué bien le trataron entonces, hace ya diez años, y cómo le ayudaron a construir una nueva vida en una nueva ciudad, con la única compañía de sus tres hijos, que entonces tenían uno, tres y siete años. Sonríe cuando explica que nunca ha perdido el contacto con la gente de "la casa". Y ni siquiera deja de sonreir cuando recuerda que su exmarido ya le dio "el primer tortazo cuando estábamos de novios". O cuando reconoce que no entiende "por qué aguanté tanto".

La sonrisa de Ana es la historia de una víctima de la violencia de género con final feliz. La de la recuperación de su vida, de sus ganas de vivir. La de la valentía de salir adelante sola. Y no desde cero, sino todavía más abajo: desde donde sitúan años de violencia, de la que duele, física, y de la que duele más aún, psicológica. El insulto, el menosprecio, el "tú no sirves para nada".

Decir el primer "basta"

Eso pese a que Ana no era ninguna don nadie . No solo servía para mucho más que nada sino que incluso trabajaba como dinamizadora cultural en el ayuntamiento de Almendralejo, su ciudad natal y donde vivió su otra vida. La que terminó con su traslado a Cáceres. Fueron sus compañeras de los servicios sociales del propio consistorio quienes empezaron a notar el sufrimiento de Ana. A veces, venía claramente marcado sobre su piel. Y fueron también quienes le ayudaron a pronunciar el primer "basta".

Pero, con la demanda de divorcio, la situación de Ana empeoró. En su caso, como es habitual, la intensidad del maltrato fue aumentando con el tiempo y, cuando la víctima decidió separarse, alcanzó su grado máximo. "Así lo demuestra que la inmensa mayoría de las mujeres asesinadas por sus compañeros sentimentales los habían dejado o iban a hacerlo", destaca Maribel García, directora de la Casa de la Mujer de Cáceres. Fue allí donde acudió precisamente Ana, gracias a la intervención de su abogada, cuando su relación con su ya exmarido se hizo insostenible.

"Una de nuestras actividades, aunque ni mucho menos la única, es la acogida de mujeres en riesgo grave de maltrato", explica la responsable de la Casa de la Mujer cacereña. "También ocurre así en Badajoz, aunque allí las víctimas se quedan menos tiempo y pasan a otros servicios, como los pisos tutelados, mientras que aquí atendemos largas estancias", continúa mientras Ana asiente. Aunque su estancia en "la casa" terminó hace muchos años, no solo sigue visitándola con asiduidad, sino que colabora y ayuda con su experiencia a otras mujeres. Es el ejemplo personificado de que salir adelante es posible. Y lo mejor de todo es que no le da importancia: "Me dicen que lo que he hecho es muy valiente, pero yo creo que es lo que tenía que hacer".

"Llegas a verlo normal"

Lo que no es capaz de explicar es por qué esperó tanto --tantos años de sufrimiento-- para dar el paso. "No sé, supongo que te metes en esa dinámica y llegas a considerarlo normal. Yo buscaba en mí la justificación a su maltrato, porque había hecho algo que no le gustaba y cosas así", evoca. Una actitud muy común entre las víctimas de la violencia de género, según confirma García, que apunta como ejemplo el caso de una mujer "que llegó convencida de que estaba loca, porque su pareja incluso le cambiaba los muebles de sitio, por la noche, para desconcertarla".

Cualquier mujer con este tipo de problemas puede acudir a las Casas de la Mujer de Cáceres y Badajoz, aparte del resto de servicios que les proporcionan asistencia (fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, servicios sociales de los ayuntamientos...). Pero García reitera que no es su única función, sino que estos centros son mucho más. "Desarrollamos actividades formativas, ofrecemos asistencia jurídica, incluso albergamos un Nuevo Centro de Conocimiento, donde puede acudir cualquiera", ejemplifica.

Con estas opciones, la Casa de la Mujer huye de los tópicos de la violencia de género y, a la vez, transmite que esta adquiere muchas formas. Y es que, una vez que la atención a las víctimas de este problema está "razonablemente cubierta", según García, "nuestro reto es la concienciación de la sociedad sobre esta cuestión, con la educación en la igualdad como punto de partida". En esa línea, la última campaña del IMEX advierte que Tienes claro que eres una mujer maltratada si tu pareja... Te golpea. Te amenaza. Te insulta. Te agrede. Y termina: ¡¡¡Toma las medidas oportunas!!!".