El alza constante de los precios del petróleo, que agita de nuevo los fantasmas de la escasez, unido a las obligaciones marcadas por el protocolo de Kioto en cuanto a reducción de emisiones contaminantes, han hecho que los inversores miren hacia las empresas de energías renovables como valores por los que merece la pena apostar.

Así, y según refleja El País, empresas españolas dedicadas a este tipo de energías, como Gamesa o Abengoa, se han revalorizado, respectivamente, un 41% y un 23% durante el último ejercicio.

En este momento, apenas el 13,4% de la energía que se consume en el mundo proviene de fuentes renovables, dada la reticencia de las grandes compañías, especialmente las petroleras y eléctricas, a apostar por ellas. Sin embargo, los perjuicios y, sobre todo, la inseguridad que crean los conflictos en los países productores de petróleo, están haciendo cambiar esa actitud.

Ese cambio se percibe tanto en el impulso a proyectos de producción de energía eléctrica a través de fuentes renovables, como puede ser el viento, el sol o la biomasa, como en la potenciación de investigaciones e inversiones en el sector del transporte.

En este último caso, el que más afecta a Extremadura dado que gran parte de su contaminación por gases de efecto invernadero proviene de estas actividades, las miradas se dirigen hacia el hidrógeno y los biocarburantes.

Además, y para ayudar a este impulso, también las administraciones se han implicado y, en lo referido a las gasolinas y gasóleos verdes , la Comisión Europea ha marcado que en el 2020 el 20% del combustible que se consuma en la UE sea de este tipo.