Aunque la lluvia no dio tregua y hubo momentos en los que cayó con fuerza, los Reyes Magos y su comitiva desafiaron ayer en Badajoz a la adversa climatología y realizaron el itinerario previsto. Tampoco amilanó el agua a los cientos de personas que salieron a la calle a dar la bienvenida a sus majestades, que provistas de paraguas y abrigos, aguantaron estoicamente tras las vallas para ver la cabalgata.

Trece carrozas, cinco pasacalles, dos trenes infantiles y distintas unidades de las policías Nacional, local y la Guardia Civil participaron en un desfile en el que las miradas de los niños, además de al paso de los Reyes Magos, se iluminaban cuando se acercaban los tráileres con enormes figuras de la Sirenita, Popeye, Los Increíbles, Frozen y Peter Pan y Campanilla, entre otros personajes. Ni a los 400 niños que formaban parte de la comitiva, ni al personal de seguridad, ni tampoco a Melchor, Gaspar y Baltasar, que repartieron más de 5.000 kilos de caramelos, les importó acabar empapados tras varias horas bajo el agua. Tampoco la lluvia fue capaz de empañar una de las cabalgatas más vistosas de los últimos años.

A su llegada al paseo de San Francisco, los Reyes Magos, a quienes todos querían saludar por lo que tardaron más de lo previsto en subir al templete de la música, fueron recibidos por el alcalde, Francisco Javier Fragoso, quien destacó que, a pesar del mal tiempo, la cabalgata había conseguido llenar de caras «de ilusión y esperanza» la ciudad.

En su intervención, Melchor describió el largo viaje que habían tenido que hacer hasta llegar a Badajoz, con el último tramo del trayecto en ferrocarril hasta la estación de Renfe, y recordó que los Reyes Magos tienen una carta de todos los extremeños pidiendo el tren de alta velocidad, que confió en que sea un deseo que se cumpla pronto. Gaspar, por su parte, animó a los presentes a sentirse «orgullosos de Badajoz», mientras que Baltasar agradeció a niños y mayores su presencia pese a la lluvia.