Alguien colgó una bandera blanca en una de las ventanas del Palestina. Era necesario. Sobre todo porque las fuerzas de EEUU colocaron ayer en el punto de mira de sus tanques a los periodistas destinados en Bagdad. Las tropas invasoras decidieron que la prensa a la que no puede controlar es tan enemiga suya como las fuerzas iraquís. Por eso, desde primera hora de la mañana, los tanques de EEUU atacaron deliberadamente los lugares donde se encontraban los reporteros. Para el mediodía ya habían matado a tres periodistas, entre ellos al cámara español José Couso, de 37 años y padre de dos niños, de 3 y 6 años.

Todos los reporteros coincidían ayer en que los ataques fueron deliberados. "La prensa es ahora objetivo militar de EEUU, que quiere aterrorizarnos para que dejemos Bagdad y que no haya testigos de las atrocidades que cometen sus tropas", denunciaba un periodista portugués.

IMPACTO EN EL PISO 15.º

A primera hora de la mañana, los tanques estadounidenses dispararon contra las oficinas de Al Jazira y de la televisión de Dubai. La teoría del error carece de base, pues las sedes de ambas televisiones árabes están perfectamente identificadas. Ahí se cobraron la primera víctima, el cámara jordano de Al Jazira, Tarek Ayub.

Los ataques contra la prensa continuaron antes del mediodía, cuando un trallazo sacudió a los periodistas que estaban en el hotel Palestina. Todo el mundo supo que no era una bomba que había caído cerca. El proyectil había impactado de lleno en el hotel, en un balcón del piso 15.º.

SU ULTIMA IMAGEN

Varias televisiones grabaron cómo uno de los tanques de EEUU que estaban en el puente Yumuria apuntaba y disparaba contra el hotel con la frialdad y precisión con que se abre fuego contra un objetivo militar. El ataque costó la vida a dos cámaras: José Couso y el ucraniano Taras Protsyuk, de la agencia Reuters.

Couso, que era cámara de T-5, grabó la imagen del tanque apuntándole. Fue su última imagen. Estaba en el balcón del piso 14.º y el proyectil le destrozó la pierna derecha y le produjo heridas en el pecho y la mandíbula. Jon Sistiaga, el reportero de T-5 que le acompañaba, consiguió abrirse paso entre el humo y los muebles para llegar hasta su compañero. Le hizo un torniquete que le cortó la hemorragia de la femoral, permitiéndole seguir con vida hasta llegar al hospital.

Aún consciente, Couso pedía "aire" cuando lo llevaban al hospital. Como la ventanilla del coche no funcionaba, Jorge, un cámara mexicano de Televisa, rompió el cristal de un puñetazo.

En el hospital, los médicos se volcaron en atender al español. Tres cirujanos le practicaron una operación de más de dos horas. A la salida, el doctor Faisal, jefe de los cirujanos, aseguró a los que allí estábamos: "Está muy grave, pero es posible que sobreviva. Hemos tenido que amputarle la pierna porque era la única manera de mantenerle vivo".

Cuando parecía que todo iba a salir bien, entonces todo se torció. Los médicos detectaron que tenía problemas para respirar. Al menos tres médicos y dos enfermeros hicieron todo lo posible para que volviera a respirar con normalidad. Le pusieron una máscara de oxígeno. Le conectaron a una máquina de respiración asistida, y le empezaron a dar masajes cardíacos.

Pero la situación de Couso empeoraba. "La máquina del pulso cada vez pita menos", gritaba uno de los periodistas, mientras otros dos compañeros, uno mexicano y otro español, se pusieron de rodillas a rezarle a Dios.

Fue en vano. "Lo sentimos; hemos hecho todo lo posible, pero su compañero ha muerto", le dijo conmovido el doctor Faisal a Jon Sistiaga que, antes de que se le humedecieran los ojos, aún tuvo fuerzas para agradecer a los médicos su esfuerzo.