Carlos Ridruejo es uno de los padres que más se está moviendo para lograr que la Consejería de Educación mantenga abiertos los comedores escolares en los centros públicos durante los meses de septiembre y junio. Al frente de la asociación de padres y madres del colegio público Trajano de Mérida, ha unido sus fuerzas con las ampas de otros siete centros de la ciudad para tratar de revertir una situación que promete más de un dolor de cabeza a unos padres que por su horario laboral no pueden recoger a sus hijos del cole.

Algunos echarán mano de los siempre recurridos abuelos, pero quienes como él y su mujer no tienen esta posibilidad, tendrán que "buscarse la vida" de otra forma. El se desplaza cada día a Don Benito desde donde no regresa hasta después de las tres, al igual que su mujer, aunque ella trabaja en Mérida, por lo que no pueden acudir a la salida del colegio de su hija. Por este motivo, decidieron que este año, en el que se estrenaba este servicio en el colegio Trajano, la pequeña iría al comedor escolar.

Antes de contar con esta opción --no comenzó hasta después de Navidad--, dejaban a la pequeña en una guardería a las ocho de la mañana, donde el personal le daba de desayunar, la llevaban al colegio y después de clase la recogían y le daban de comer. Es un servicio que resulta "mucho más caro" que pagar la cuota mensual del comedor escolar, unos 84 euros.

Si llega el mes de junio y la situación no ha cambiado, esta familia tendrá muy difícil volver a este sistema, porque para entonces ya no habrá plazas. "Tendré que costear a una persona que cuide de la niña mientras estamos trabajando, porque no me queda otra". Una de las opciones que les plantea la administración es que ellos mismos contraten y costeen el servicio de catering durante estos días, pero se descartó porque lo consideran injusto: "dejaríamos tirados precisamente a los que más lo necesitan, que son los que no pagan el comedor".

Espera no llegar a esta situación que considera "ilógica e irracional" y para la que no encuentra una explicación. "Solo hay que pensar qué ocurriría si en junio no hubiera transporte escolar y los padres tuvieran que averiguárselas para llevar a sus hijos al colegio", concluye esperanzado en que no será necesario llegar a ninguna movilización, aunque no lo descarta.