Las elecciones locales no han dejado un ganador pero sí, probablemente, algún cadáver político y bastante inestabilidad. El PP ha perdido la comodidad de la mayoría absoluta, algo esperado después de cuatro años de no saber gestionar su situación y entra en un período de reflexión acerca de si una alianza con Vela le saldría más rentable que pasar a la oposición o gobernar en minoría. El PSOE piensa que ha dejado escapar una oportunidad, quizás la última en muchos años, de hacerse con el ayuntamiento tras una legislatura llena de despropósitos del gobierno, rupturas del grupo popular, juicios perdidos y desbarajuste urbanístico. Dados los antecedentes puede dudarse de que la ejecutiva regional esté dispuesta a aceptar un tripartito. Como consecuencia de lo anterior, el papel decisivo y sus consiguientes beneficios a los que aspiraba Vela están en el aire. IU, por su parte, sigue sin tocar poder en la ciudad, lo cual hubiera sido no solo un consuelo sino un trampolín en estos momentos tan dramáticos para la coalición, aunque consolida su electorado. No sería de extrañar que estuviéramos ante un gobierno en minoría del PP que aventuraría cuatro años de incertidumbres, pactos e inestabilidad. Queda por saber quién lo pilotaría.