Lucía el sol como un sarcasmo. Badajoz y Valverde de Leganés amanecieron desoladas la mañana del 6 de noviembre del 1997: 25 hogares --22 en la capital pacense y tres en la localidad cercana que se encuentra a 24 kilómetros-- habían perdido a algún miembro de la familia a causa de una riada de agua y barro que arrasó las riberas de los arroyos Rivillas y Calamón en la ciudad y el centro de Valverde, en lo que fue la mayor catástrofe natural que se recuerda, al menos en Badajoz desde las grandes riadas de 1758 y 1876.

Dos días antes, el Instituto de Meteorología anunció precipitaciones persistentes y localmente fuertes que podrían superar los 60 litros por metro cuadrado en 12 horas. El pronóstico se repitió, se declaró la alerta, pero no se pudo impedir la tragedia.

Esa noche, después de que el arroyo La Nave arrasara el centro de Valverde y se llevara la vida de tres mujeres, los ríos Rivillas y Calamón se transformaban en una potente máquina de matar arrastrando los obstáculos que encontraba, diques convertidos en rodillos para triturar las casas de Cerro de Reyes, carretera de Sevilla, Pardaleras y parte de San Roque dejando la ciudad aislada e incomunicada.

EL CAUDAL Nadie imaginó la magnitud del caudal que llegaría por los arroyos, de forma que cuando el agua superó los puentes, se cortaron los accesos para los servicios de salvamento. En cientos de hogares, las familias intentaban salir por tejados, ventanas o como podían. Personas mayores quedaron atrapadas y fallecieron ahogadas; a otros se los llevó la corriente o se ahogaron.

El vecino Jesús Cardeña contó el día siguiente cómo estaban su familia en su casa, oyeron un ruido y comprobaron que el agua les llegaba a las rodillas. Cogió a los niños y a su mujer para salir pero se encontraron flotando. Su hija gritaba de pánico y su hijo le abrazó y dijo: "Papá dame un beso que nos vamos a morir". Finalmente lograron ponerse a salvo. Esa noche fue todo un catálogo de tragedias con nombres y apellidos y de heroicidades anónimas.

Fueron 18 víctimas mortales y cuatro desaparecidos en un principio, de los que se hallaron en fechas posteriores los cuerpos de tres de ellos; el cuarto sigue enterrado en algún paraje desconocido a pesar de que lo buscaron Ejército, policía, bomberos y 1.200 voluntarios.

Las lluvias fuertes comenzaron el día 1, pero la noche del 5 engordaron hasta los 127 litros por metro cuadrado. El agua arrasó 1.200 viviendas y causó grandes destrozos, pero después también provocó una odisea colectiva y lo que se llamó entonces riada de la solidaridad. Cientos de jóvenes, todo Badajoz, toda la región, toda España se volcaron en aportar recursos y hasta 12 millones de euros procedentes de personas, colectivos, empresas e instituciones.

GABINETE DE CRISIS Un gabinete de crisis en la Delegación del Gobierno organizó los primeros auxilios y con la Junta de Extremadura y el ayuntamiento coordinó desde la atención a las víctimas en los primeros días en la antigua residencia sanitaria, que albergó a 500 personas, hasta proporcionar realojo a quienes no tenían nada porque lo perdieron todo. La mitad de alquiler y la otra mitad en un barrio de casas prefabricadas cedidas por la Comunidad de Madrid, en Ciudad Jardín, hasta que se hicieron las 1.201 viviendas en dos años.

El Príncipe Felipe y el presidente Aznar asistieron a los funerales de las víctimas en La Granadilla, en Badajoz, junto a otras 5.000 personas. Y Valverde también enterró a las suyas.

Días después morirían tres mujeres por causas relacionadas con la riada. La primera buena noticia no llegó hasta el día 15, cuando se supo que una de las personas dadas por desaparecidas estaba viva en Lisboa.