La confianza que Zapatero tenía puesta en el nuevo titular de Cultura quedó patente cuando llegó el momento de elaborar los presupuestos del Estado para el 2007. La partida dedicada al Instituto Cervantes, entidad que hasta ayer dirigía César Antonio Molina, se incrementó en un 30%. La ininterrumpida apertura de centros en todo el mundo, con la presencia de los príncipes de Asturias, que apostaron prioritariamente por este quehacer, ha permitido a al nuevo ministro estrechar sus lazos con la Zarzuela.

Progresista de corazón y de convicciones, nacido en A Coruña en 1952, gallegohablante, licenciado en Derecho y en Ciencias de la Información, sus capacidades poliédricas desbordan cualquier intento de síntesis. Molina ha ejercido el periodismo, la enseñanza universitaria, ha publicado medio centenar de libros de poesía, es experto en literatura en lengua portuguesa, ensayista y crítico literario. Antes de dirigir el Cervantes, impulsó la reorganización del madrileño Círculo de Bellas Artes hasta convertirlo en un referente obligado para el arte y la cultura.

Ayer el director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, todavía añadió a esta prolongada lista de méritos unos cuantos más. Tras pronosticar que, como ministro, tendrá una actuación "muy fecunda", destacó su facilidad para crear consenso y su gran capacidad de trabajo, gestión y negociación.

García de la Concha conoce a Molina desde hace mucho y con él ha vivido la experiencia de organizar los congresos internacionales de la lengua: el de Rosario (Argentina), el año 2004. Y más recientemente, el de Cartagena de Indias (Colombia), en marzo del 2007. Del nuevo ministro de Cultura se ha dicho que es un trabajador nato en favor de la mejora de la lengua. Su logro más reciente es haber convertido la potente red del Instituto Cervantes en el gran escaparate de la España plurilingüe, ya que en cualquiera de sus centros se puede estudiar, además de castellano, catalán, gallego y euskera.